17 mayo, 2009

Yagüe encañona a Ochoa

Las tensiones entre los dos militares clave en la represión de la revuelta se reflejan en el archivo inédito del teniente coronel, cuyo procesamiento ordenará después el general

El día 18 de octubre de 1934, en el ovetense cuartel de Pelayo, el teniente coronel Juan Yagüe Blanco encañonó con su pistola al general Eduardo López Ochoa por haber pactado éste con el líder socialista Belarmino Tomás la rendición de las fuerzas mineras. El de la pistola era el suceso culminante de las malas relaciones entre ambos militares, destinados a sofocar la Revolución de Asturias.

Aquel enfrentamiento desembocaría un mes después en que Ochoa ordenara el procesamiento de Yagüe por unas supuestas declaraciones a la prensa. Las sucesivas tensiones entre ambos vienen documentadas en el archivo inédito del general Yagüe que custodia en Burgos su hija, María Eugenia Yagüe, y que ha sido consultado por LA NUEVA ESPAÑA. El diario manuscrito de Yagüe recoge varios apuntes en los que se queja desde el primer momento de Ochoa: «No intenta establecer contacto conmigo» (día 11 de octubre); o que el mismo general «no admite sugerencias de nadie» (día 14).

Avanzado el diario, Yagüe escribe que el día 17 marcha sobre Trubia al frente de tropas africanas -Legión y Regulares-. «A las 11.00 horas se presenta un emisario del comité revolucionario de Trubia a preguntar en qué condiciones se pueden entregar y les contesto que sin condición alguna, que se entreguen o voy por ellos. Les doy 15 minutos». Y así lo ejecuta. Es más: «A las 21.00 horas ordeno al Tabor entrar en Trubia por sorpresa y así lo hacen». Eran los métodos resolutivos del teniente coronel.

Sin embargo, al día siguiente, el 18, los movimientos que Yagüe consigna en su diario son fluctuantes y de retirada. «A las 9.00 horas entra en Trubia toda la columna; a las 9.30 voy a Oviedo a que el general ratifique orden de destrucción de la fábrica; a las 10.30 vuelvo a Trubia y organizo la evacuación; a las 13.00 empiezo la retirada; a las 20.00 nos llama L. Ochoa para explicarnos el pacto con Belarmino Tomás».

A partir de dicho pacto, los modos militares iban a cambiar en el aplacamiento de la Revolución, y la pistola de Yagüe iba a salir del cinto. El diario del militar no recoge dicho suceso, «pero sí habla en cartas posteriores de ese fortísimo enfrentamiento, sin mencionar la pistola; el encontronazo fue brutal y Ochoa se la guardó», comenta el historiador Luis Eugenio Togores, que prepara en el presente la biografía de Yagüe a partir de su archivo inédito. Otras crónicas hablarán del suceso. Juan Antonio Cabezas, en su libro «Morir en Oviedo», narra que «el coronel acusaba al general de haber aceptado el pacto con los revolucionarios por su condición de grado 33 de la masonería».

Y el historiador Luis Suárez refiere en su biografía de Franco que éste, al visitar Oviedo el 24 de octubre, «sabía que seis días antes, al rendirse Belarmino Tomás, Yagüe había llegado incluso a esgrimir su pistola ante Ochoa acusándole de blandura». El contexto de la actitud del encañonado lo recoge el historiador Paul Preston en su biografía «Franco. Caudillo de España»: Ochoa decía que el presidente de la República, Alcalá-Zamora, le había enviado a sofocar la Revolución del modo menos cruento posible. Y Yagüe, agrega Preston, se quejó a sus mandos del excesivo trato humanitario que Ochoa dispensaba a los mineros. En efecto, Yagüe, falangista, se encaraba con el masón López Ochoa, «que tiraba más hacia la izquierda, y por eso, según me contaba mi madre, mi padre saca la pistola y le encañona», rememora en el presente María Eugenia Yagüe.

Los descendientes del encañonado también protegen la memoria de su antepasado. «López Ochoa era profundamente independiente, y rebelde con aquello que creía injusto», comentó en su día Elena Ochoa, bisnieta del general y esposa del arquitecto Norman Foster. «Cuando Yagüe le saca la pistola y le amenaza en el cuartel de Pelayo, mi abuelo le pone firme», indica Luis López de Ochoa Martín, nieto del general y tío de Elena Ochoa.

Sin embargo, el conflicto permanecería incubado. A raíz de unas supuestas declaraciones de Yagüe a la revista «Mundo Gráfico» y al diario «ABC» -«Ochoa tuvo a su columna embotellada en el cuartel de Pelayo»-, el general manda procesarle y recluirle en Gijón, en arresto domiciliario.

Fuente:
http://www.lne.es/secciones/noticia.jsp?pRef=2009051700_42_757296__Asturias-Yage-Ochoa