27 noviembre, 2005

El declive de la sociedad está ligado al acoso a la masonería

Corominas: «El declive de la sociedad está ligado al acoso a la masonería»
El maestro de la Gran Logia de España defiende la vigencia de la orden

Oviedo, Paula TAMARGO

La especie humana ha llegado al siglo XXI con «adelantos asombrosos» en materia de ciencia y tecnología y con unos avances que han producido «un complejo proceso de transformaciones vertiginosas», satisfactorias en unos casos para los hombres, pero generadoras en otros del aumento de «las desigualdades, no exentas de dogmatismos, fanatismo, xenofobia, intolerancia y corrupción». Y es en el marco de este panorama donde, a juicio de José Corominas Busqueta, gran maestro de la Gran Logia de España, puede concluirse que la masonería y sus valores -la tolerancia, la libertad, la igualdad, la solidaridad y el amor fraterno- siguen vigentes hoy en día.

Corominas pronunció el viernes en el Club Prensa Asturiana de LA NUEVA ESPAÑA una conferencia que tituló con una pregunta: «¿La masonería continúa teniendo vigencia hoy?». Durante el acto, organizado por la asociación Tribuna Ciudadana, no sólo argumentó por qué defiende esa vigencia, sino que trató de ofrecer una visión que rompiese «con la curiosidad malsana» que despiertan estas órdenes y con «los prejuicios que existen en este país, donde se asocia a los masones con "los malos"».

Corominas, presentado por el periodista Carlos Rodríguez y por la directiva de Tribuna Ciudadana Paloma Castillo, realizó inicialmente una breve explicación sobre lo que es la «francmasonería especulativa» -«franc» significa libre y «masón» puede ser traducido como constructor; una traducción literal podría equivaler a «constructor libre»-, nacida en 1717 y que podría definirse como aquélla en la que se dialoga libremente sobre ideas. Detalló que, desde su inicio, tiene «como señas distintivas la de ser una orden iniciática con unos valores morales, velados por símbolos y enseñados a sus miembros», que «deben ser interiorizados y consolidados mediante el trabajo personal» para poder luego «proyectarlos en la sociedad y conseguir de esta forma cambios que favorezcan el desarrollo humano».

Corominas, profesor universitario especialista en psiquiatría, consideró que en el siglo XXI los valores de la masonería «tienen un papel muy importante para fortalecer la dignidad humana, aumentar la riqueza espiritual y la humanización del mundo que nos rodea» y destacó la labor de la orden, que en el pasado fue «el escenario fundamental para la realización del diálogo político y social», donde «los acuerdos imposibles se convierten en posibles, donde hombres de armas, líderes políticos antagónicos y representantes de intereses en apariencia irreconciliables deponen sus actitudes y construyen herramientas que reorientan el conflicto hacia resoluciones que apuntan al bien común».

Añadió que la necesidad de la orden como «factor de educación trascendente, forjador de generaciones de hombres más justos y más aptos para la conducción de la sociedad» es «imperativa» y que «no es descabellado afirmar que la decadencia de nuestra sociedad ha estado ligada, en parte, a la restricción sufrida por la francmasonería en las últimas décadas».


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