12 noviembre, 2005

La suma de los catetos.

Poco a poco y con mucho tiento, se han ido impregnando a la masa las consignas nacionalistas y desestructuradoras contra la actual distribución y orden del Estado.
Desde el fin de la guerra, el nacionalismo separatista periférico se opone al nacionalismo unificador asociándolo con la dictadura franquista. Siguió asociándolo al franquismo después de la transición de la dictadura a la democracia con una Constitución aprobada por la mayoría de los españoles.
Como sabe cualquier arquitecto de opinión; la masa sólo digiere y aprovecha el planteamiento y la conclusión sencilla, por lo tanto, aunar por ejemplo la bandera constitucional e integradora con lo más rancio del fascismo franquista; funcionó.
La diferenciación nacional se basa sobre todo en la Lengua; en una lengua regional que se lleva forzosamente al primer plano de la convivencia haciendo obligatorio su conocimiento e imponiendo su prevalencia sobre el Idioma común del resto de las regiones de la Nación.
Los dialectos y lenguas vernáculas son el único factor diferenciador entre las distintas comunidades españolas. El idioma español es el factor más unificador entre las mismas comunidades, por eso el primer objetivo de un nacionalismo sobre el otro, es el de imponer la lengua identitaria que le caracteriza frente a la otra, a pesar de que sea la común no sólo ya al resto de España si no también a la de otras muchas naciones.
Después se trata de la educación en la diversidad y especificación, desatendiendo o solapando la historia y valores españoles y resaltando los catalanes o vascos o gallegos, positivando a estos frente al otro.
En la diferenciación está la clave del nacionalismo, de cualquiera de ellos, por eso la diferencia debe crearse primero, e imponerse después. Algo que en España es muy difícil de conseguir. No hay diferencia lingüística, no hay diferencia racial, no hay diferencia religiosa, no hay diferencia cultural, no hay diferencia histórica, no hay diferencia culinaria… no hay ninguna clase de diferencia, por eso hay que inventarla y, el invento es: Los que aportan fondos y los que los reciben.
No hay otra distinción (además de la lengua vernácula) y a esa se agarran como a un clavo ardiendo los nacionalistas sean de derechas o sean de izquierdas.
Después se intenta generar entre la ciudadanía la sensación de que “su nación” está sometida a otra, generalmente menos provechosa, o capaz, o democrática, fomentando la tendencia a considerarse víctima de un nacionalismo agresivo, tiránico y voraz como el español.
Mi conclusión es que los nacionalismos disgregadores de la Nación española han hecho un buen trabajo y que España tal y como se concibió en la última Constitución ha dejado de existir.
No hay ningún reproche por mi parte hacia los nacionalistas catalanes, vascos o gallegos, muy al contrario, les reconozco un buen trabajo siguiendo una buena estrategia, (exceptúo por supuesto a la banda terrorista ETA y sus acólitos). No, tengo ningún reproche hacia ellos y, como sé que mañana serán naciones soberanas, no fomentaré ninguna hostilidad hacia ellas. El futuro desde mi humilde opinión, se prevé en reconocer a Cataluña y a Euskadi en naciones como es hoy la Portuguesa y en colaborar con ellas en pos de un Beneficio mutuo.
Mis reproches van hacia esos que tenían que haber defendido la nación española, como hicieron los otros con la nación catalana o vasca. A esos que andan levitando entre nubes de prejuicios, a esos exegetas analfabetos, ideólogos espumosos, profetas de la nada que nos despojaron de esencias. Prolijos arquitectos de eufemismos, constructores de demagogias. A esos que llenan el plato de sus niños gracias al partido, al corporativismo, al clan y vacían el plato de la excelencia, de la verdad nacional y de esperanza en el futuro.
Forjadores de mediocres, de derechas y de izquierdas maestros de estulticia, creadores de la consigna. Son los pastores del rebaño.
¿Dónde estaban los catetos progresistas mientras se rompía una nación solidaria para crear otras minúsculas y ricas?. La confusión creada por el imperio mediático, ése ruido del primer poder, ha confundido al ganado creyendo que ser patriota es ser de derechas, sin caer en la cuenta que Castro es el más patriota del mundo, los ha confundido asociando progresismo a minifundios burgueses y olvidando el universalismo y la solidaridad de izquierdas.

Hago un llamamiento desde aquí para que entre todos nos evitemos, 5, 10, 15 años de hostilidades y sufrimientos.
Una instancia supranacional respaldada por el Congreso debería ordenar a las diecisiete Comunidades Autónomas a la convocatoria de un referéndum de adhesión y forjamiento de una Nueva España, democrática y unida.

Los no adheridos se constituirían en reconocidas Naciones Soberanas. Saldríamos beneficiados todos y ahorraríamos muchos quebrantamientos dolorosos para llegar al mismo fin de muy distinta manera.

No hay que cortar el nudo, hay que desatarlo.

La suma de los catetos nos obliga.


Comentario por sonweb