Los masones y la Iglesia
13 de noviembre de 2005
José Antonio Ullate
Esta semana Ricardo de la Cierva y don Manuel Guerra han protagonizado una mesa redonda sobre los masones. Los ponentes se extendieron sobre variados temas relacionados con "los hijos de la viuda", pero el más enjundioso fue el de las relaciones entre masonería y religión católica. Los masones no se han manifestado unánimes a este respecto. Muchos han reconocido abiertamente su hostilidad hacia la fe de Roma, pero hace decenios que gana fuerza la hipótesis de una posible reconciliación de ambas obediencias, o si se prefiere una mutua indiferencia que permitiría que una persona militase a un tiempo bajo ambas banderas. Es la tesis del jesuita Ferrer Benimelli, negada por De la Cierva y Guerra.
Para mejor comprender la actitud de la masonería respecto a Dios, Guerra evocó a San Agustín, para el que hay dos formas de vivir, que generan sendos tipos de sociedades: la que nace del amor de Dios y llega hasta el desprecio de uno mismo (la sociedad cristiana); y la que parte del amor a uno mismo, llegando hasta el desprecio de Dios (la sociedad secular).
Los masones afirman que lo que les une es el afán por mejorar al hombre y ayudar al progreso de la sociedad. Para tan filantrópico propósito las tenidas masónicas congregan a hombres a los que no se les pregunta por su religión. Parece evidente que para ellos la religión –como tal– no contribuye a la mejora de la raza humana.
Los católicos creemos que Dios se ha revelado. Se ha hecho Palabra. Así que ante el Cristianismo se debe tener la gallardía de afirmarlo o de negarlo, pero querer aceptarlo desvirtuando su pretensión "absoluta" es una deslealtad. Querer hacer de quien dijo "sin mí no podéis hacer nada" un colaborador, un cooperante, de los que pretenden conocer la clave de la prosperidad humana es un sarcasmo. Entre masonería y catolicismo no habrá más que combate. Por ganar a los individuos y por ganar a las sociedades.
http://www.elsemanaldigital.com/arts/41311.asp
José Antonio Ullate
Esta semana Ricardo de la Cierva y don Manuel Guerra han protagonizado una mesa redonda sobre los masones. Los ponentes se extendieron sobre variados temas relacionados con "los hijos de la viuda", pero el más enjundioso fue el de las relaciones entre masonería y religión católica. Los masones no se han manifestado unánimes a este respecto. Muchos han reconocido abiertamente su hostilidad hacia la fe de Roma, pero hace decenios que gana fuerza la hipótesis de una posible reconciliación de ambas obediencias, o si se prefiere una mutua indiferencia que permitiría que una persona militase a un tiempo bajo ambas banderas. Es la tesis del jesuita Ferrer Benimelli, negada por De la Cierva y Guerra.
Para mejor comprender la actitud de la masonería respecto a Dios, Guerra evocó a San Agustín, para el que hay dos formas de vivir, que generan sendos tipos de sociedades: la que nace del amor de Dios y llega hasta el desprecio de uno mismo (la sociedad cristiana); y la que parte del amor a uno mismo, llegando hasta el desprecio de Dios (la sociedad secular).
Los masones afirman que lo que les une es el afán por mejorar al hombre y ayudar al progreso de la sociedad. Para tan filantrópico propósito las tenidas masónicas congregan a hombres a los que no se les pregunta por su religión. Parece evidente que para ellos la religión –como tal– no contribuye a la mejora de la raza humana.
Los católicos creemos que Dios se ha revelado. Se ha hecho Palabra. Así que ante el Cristianismo se debe tener la gallardía de afirmarlo o de negarlo, pero querer aceptarlo desvirtuando su pretensión "absoluta" es una deslealtad. Querer hacer de quien dijo "sin mí no podéis hacer nada" un colaborador, un cooperante, de los que pretenden conocer la clave de la prosperidad humana es un sarcasmo. Entre masonería y catolicismo no habrá más que combate. Por ganar a los individuos y por ganar a las sociedades.
http://www.elsemanaldigital.com/arts/41311.asp
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