La llegada del tren a Lemos llenó el Cabe de masones
Monforte conforma uno de los casos conocidos de masonería rural más importante de la historia. El profesor Alberto Valín Fernández, en su trabajo Galicia y la masonería en el siglo XIX, así lo afirma. Pone de relieve que el ferrocarril fue una de las claves que dio lugar a la instalación en la ciudad del Cabe de un importante foco masónico.
El denominado vehículo del liberalismo, la masonería, llega a Galicia con y en el tren, y echa sus raíces en el nudo ferroviario que era el Monforte de fines del siglo XIX.
En 1885 la capital de Lemos cuenta con 11.000 habitantes. Dos años antes, Alfonso XII había inaugurado, con parada oficial y banquete en la ciudad del Cabe, la línea férrea Madrid-A Coruña. El tren trajo a Monforte un importante desarrollo económico y social en todos los ámbitos. Obreros ferroviarios procedentes de todas las regiones de España se instalaron aquí, junto con las nuevas ideas liberales. El asentamiento de la masonería en Lemos sería una consecuencia de ese pujante amalgama social y de corrientes de pensamiento que se produjo en la ciudad en el tránsito del siglo XIX al XX.
La vida de la primera logia formada en Monforte comienza en mayo de 1888, con la celebración de la tenida (reunión) de instalación del taller o logia por parte de tres masones de la logia Moreto de Lugo, desplazados a la capital de Lemos, debidamente autorizados para ello por el Capítulo Augustiniano 74 y el propio Grande Oriente Nacional de España. Los tres miembros de la Moreto Ángel Vázquez, Antonio Janmandreu y Ricardo Castro inician en la primera reunión a cinco profanos, quedando de esta manera formada con todos ellos la sociedad masónica que, un mes más tarde, sería bautizada como Pílades 242.
El cuadro inicial de ocho miembros, los tres lugueses y los cinco neófitos monfortinos, se verá incrementado con seis más a primeros de enero de 1889, llegando este taller a poseer, corriendo ya 1891, último año de su existencia, un total de 17 asociados. Esta primera logia monfortina tuvo una composición sociológica muy homogénea. De los 17 francmasones que la integraron, 12 eran ferroviarios de la compañía de los Caminos de Hierro del Norte de España cantera de la masonería en Lemos. De entre todos los componentes de la Pílades destaca políticamente Rafael Pérez Peláez, que fue vocal del Comité Republicano de Monforte en 1886.
La desaparición de la Pílades va a estar ligada a la crisis y desavenencias internas que habían sufrido la logia Moreto y su Capítulo Lucense Augustiniano, terminado el año 1890.
Miembros de la Pílades y de otras logias lucenses, defensores de la idea de integrarse en la orientalista Gran Logia Simbólica Española, fundan la segunda logia de la historia monfortina: la Valle Hermoso 77, con trece integrantes, una mujer entre ellos, Juana Díaz Ferrer.
En la historia de la masonería monfortina figura como sucesora de la Valle Hermoso, La Unión 98, que funcionó de 1892 a 1896 y que estuvo integrada por una treintena de miembros, entre ellos Juana Díaz.
La Gran Logia Provincial 19, que permaneció activa entre los años 1892 y 1894, fue su heredera. La Patria y Libertad 10, que tuvo un año de vida, de 1894 a 1895, fue el último taller masón activo en Monforte.
Antonio Díaz Prado, con seudónimo Andorra, fue un activo impulsor de la masonería en la capital de Lemos. De hecho, salvo en la Pílades, que no figura como integrante en las demás logias monfortinas, ocupó en todas el cargo de Venerable Maestro. El republicano Rafael Pérez Pélaez también formó parte, excepto del último, de todos los talleres masónicos creados en la ciudad del Cabe.
La primera logia mixta de la historia
La Valle Hermoso se constituyó en abril de 1891. Tiene la singularidad de que el cargo de Segundo Vigilante fue ocupado, interinamente, por una mujer, Juana Díaz Ferrer, de nombre simbólico Mariana. Esta francmasona ostentará también la dignidad oficial de Limosnero.
Es el primer caso en la historia de la masonería, al menos en la gallega, en el que una mujer es considerada igual que el resto de hermanos de logia, en contra de las normas fijadas en la constitución masónica de 1723, que vetaban el acceso de las mujeres a la secreta orden. Esta prohibición todavía sigue vigente en la mayoritaria masonería regular.
Fue en Francia, en 1896, donde se constituyó, teóricamente, la primera logia masónica mixta de la historia con el nombre de Droit Humain. Las monfortinas Valle Hermoso (1891) y Unión (1892) ya habían sido talleres mixtos de órbita orientalista.
Ángel Arnáiz
Monforte
Fuente:
http://www.elcorreogallego.es/index.php
option=com_content&task=view&id
=45130&Itemid=9
El denominado vehículo del liberalismo, la masonería, llega a Galicia con y en el tren, y echa sus raíces en el nudo ferroviario que era el Monforte de fines del siglo XIX.
En 1885 la capital de Lemos cuenta con 11.000 habitantes. Dos años antes, Alfonso XII había inaugurado, con parada oficial y banquete en la ciudad del Cabe, la línea férrea Madrid-A Coruña. El tren trajo a Monforte un importante desarrollo económico y social en todos los ámbitos. Obreros ferroviarios procedentes de todas las regiones de España se instalaron aquí, junto con las nuevas ideas liberales. El asentamiento de la masonería en Lemos sería una consecuencia de ese pujante amalgama social y de corrientes de pensamiento que se produjo en la ciudad en el tránsito del siglo XIX al XX.
La vida de la primera logia formada en Monforte comienza en mayo de 1888, con la celebración de la tenida (reunión) de instalación del taller o logia por parte de tres masones de la logia Moreto de Lugo, desplazados a la capital de Lemos, debidamente autorizados para ello por el Capítulo Augustiniano 74 y el propio Grande Oriente Nacional de España. Los tres miembros de la Moreto Ángel Vázquez, Antonio Janmandreu y Ricardo Castro inician en la primera reunión a cinco profanos, quedando de esta manera formada con todos ellos la sociedad masónica que, un mes más tarde, sería bautizada como Pílades 242.
El cuadro inicial de ocho miembros, los tres lugueses y los cinco neófitos monfortinos, se verá incrementado con seis más a primeros de enero de 1889, llegando este taller a poseer, corriendo ya 1891, último año de su existencia, un total de 17 asociados. Esta primera logia monfortina tuvo una composición sociológica muy homogénea. De los 17 francmasones que la integraron, 12 eran ferroviarios de la compañía de los Caminos de Hierro del Norte de España cantera de la masonería en Lemos. De entre todos los componentes de la Pílades destaca políticamente Rafael Pérez Peláez, que fue vocal del Comité Republicano de Monforte en 1886.
La desaparición de la Pílades va a estar ligada a la crisis y desavenencias internas que habían sufrido la logia Moreto y su Capítulo Lucense Augustiniano, terminado el año 1890.
Miembros de la Pílades y de otras logias lucenses, defensores de la idea de integrarse en la orientalista Gran Logia Simbólica Española, fundan la segunda logia de la historia monfortina: la Valle Hermoso 77, con trece integrantes, una mujer entre ellos, Juana Díaz Ferrer.
En la historia de la masonería monfortina figura como sucesora de la Valle Hermoso, La Unión 98, que funcionó de 1892 a 1896 y que estuvo integrada por una treintena de miembros, entre ellos Juana Díaz.
La Gran Logia Provincial 19, que permaneció activa entre los años 1892 y 1894, fue su heredera. La Patria y Libertad 10, que tuvo un año de vida, de 1894 a 1895, fue el último taller masón activo en Monforte.
Antonio Díaz Prado, con seudónimo Andorra, fue un activo impulsor de la masonería en la capital de Lemos. De hecho, salvo en la Pílades, que no figura como integrante en las demás logias monfortinas, ocupó en todas el cargo de Venerable Maestro. El republicano Rafael Pérez Pélaez también formó parte, excepto del último, de todos los talleres masónicos creados en la ciudad del Cabe.
La primera logia mixta de la historia
La Valle Hermoso se constituyó en abril de 1891. Tiene la singularidad de que el cargo de Segundo Vigilante fue ocupado, interinamente, por una mujer, Juana Díaz Ferrer, de nombre simbólico Mariana. Esta francmasona ostentará también la dignidad oficial de Limosnero.
Es el primer caso en la historia de la masonería, al menos en la gallega, en el que una mujer es considerada igual que el resto de hermanos de logia, en contra de las normas fijadas en la constitución masónica de 1723, que vetaban el acceso de las mujeres a la secreta orden. Esta prohibición todavía sigue vigente en la mayoritaria masonería regular.
Fue en Francia, en 1896, donde se constituyó, teóricamente, la primera logia masónica mixta de la historia con el nombre de Droit Humain. Las monfortinas Valle Hermoso (1891) y Unión (1892) ya habían sido talleres mixtos de órbita orientalista.
Ángel Arnáiz
Monforte
Fuente:
http://www.elcorreogallego.es/index.php
option=com_content&task=view&id
=45130&Itemid=9
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