Amigo Solana: la Masonería no es una “solución” de emergencia
Ironizaba Luis Solana desde estas páginas, el lunes pasado, recomendando a José Bono que “se hiciera masón” para solucionar con ello el aparente dilema entre su convicción socialista y sus creencias religiosas, que, según él mismo asegura públicamente y con cierta frecuencia, son genuinamente católicas, por encima de las discrepancias que le enfrentan políticamente con la jerarquía “terrenal” de su Iglesia.
Sinceramente, creo que la broma de Solana (no puede ser más que eso) contribuye a incrementar las muy confusas ideas - auténtico cacao mental, diciéndolo en román paladino - perennes en nuestro ruedo ibérico acerca de la Masonería y acerca de lo que es esencialmente “socialista”.
La Masonería no es un club, ni un partido o una religión alternativa para nadie. Se define como una fraternidad iniciática mundial y tiene varias versiones, no coincidentes en todos los análisis, pero sí en la capacidad humana de perfeccionamiento evolutivo. Lo de la “iniciación” es lo que normalmente suscita las mayores controversias respecto a esa institución. En concreto, es lo que la Iglesia Católica, la ortodoxia judía, la islámica y las jerarquías religiosas en general no pueden admitir de buen grado, porque la iniciación masónica es un proceso gradual de aprendizaje personal, siguiendo una metodología basada en el estudio y la libre interpretación de símbolos diversos, pertenecientes al patrimonio cultural de toda la humanidad, en los que los masones aprenden a ver sintetizados valores universales que cada uno se compromete a practicar y promover en la medida de su propia capacidad. Las teologías nada tienen que ver con todo ello. Sin duda, habría que añadir ese “¡sálvese quien pueda!” que inexorablemente acompaña y limita todas las iniciativas humanas.
Por eso, amigo Solana, creo que no es tan fácil lo de hacerse masón de un día para otro - tal como Ud. lo plantea - aunque lo sea relativamente ser admitido en una logia, sobre todo para quien se llame José Bono, Gaspar LLamazares o Rodrigo Rato, sólo por poner ejemplos de personas no coincidentes políticamente. Las logias tambien tienen sus debilidades... Ocurrió en nuestra historia muy a menudo. Y, sin pretender pontificar sobre el tema, me cuesta trabajo admitir que tantos y tantos figurantes de la escena política histórica (española y mundial), conservadores unos y progresistas otros, avanzaran mucho en ese camino iniciático al que me refiero. Masonería, religión y política son tres conceptos perfectamente diferenciables en teoría y poco diferenciados en la práctica, cuando se prescinde del sentido iniciático de la Masonería o las religiones dejan en segundo plano su ideal de Caridad.
Ser socialista tampoco tiene nada que ver con teologías. Aunque a veces no lo parezca, se trata de otra dimensión de la espiritualidad, en la que la solidaridad (que no es lo mismo que la fraternidad) y la justicia social se contemplan como metas alcanzables en este mundo y no en “el más allá”. Quienes prescinden de entrar en disquisiciones sobre cualquier forma de vida de ultratumba sólo deben contar con un importante condicionante: la ética. Pero lo ético, como ya señalara en su día Montesquieu, se halla sometido al devenir histórico, a la geografía, a la genética y a cuantas variables pueden, a su vez, condicionar y justificar el comportamiento humano. En esa travesía del desierto serán la razón y el bien común los que habrán de primar. Difícilmente pueden renunciar a ese realismo quienes aceptan cualquier forma de determinismo dogmático, ya sea religioso, filosófico o político. Merecen respeto, pero no obediencia.
Por todo ello pueden ser espinosas para muchos socialistas las relaciones con la ICAR, defensora supuestamente infalible de una “salvación” que no es de este mundo. Pero no creo que nadie con la capacidad discursiva del Sr. Bono pueda ser aconsejado sobre si le conviene o no comerse esas lentejas...
Amando Hurtado es escritor y licenciado en Derecho
Fuente:
http://www.elplural.com/opinion/detail.php?id=42680
Sinceramente, creo que la broma de Solana (no puede ser más que eso) contribuye a incrementar las muy confusas ideas - auténtico cacao mental, diciéndolo en román paladino - perennes en nuestro ruedo ibérico acerca de la Masonería y acerca de lo que es esencialmente “socialista”.
La Masonería no es un club, ni un partido o una religión alternativa para nadie. Se define como una fraternidad iniciática mundial y tiene varias versiones, no coincidentes en todos los análisis, pero sí en la capacidad humana de perfeccionamiento evolutivo. Lo de la “iniciación” es lo que normalmente suscita las mayores controversias respecto a esa institución. En concreto, es lo que la Iglesia Católica, la ortodoxia judía, la islámica y las jerarquías religiosas en general no pueden admitir de buen grado, porque la iniciación masónica es un proceso gradual de aprendizaje personal, siguiendo una metodología basada en el estudio y la libre interpretación de símbolos diversos, pertenecientes al patrimonio cultural de toda la humanidad, en los que los masones aprenden a ver sintetizados valores universales que cada uno se compromete a practicar y promover en la medida de su propia capacidad. Las teologías nada tienen que ver con todo ello. Sin duda, habría que añadir ese “¡sálvese quien pueda!” que inexorablemente acompaña y limita todas las iniciativas humanas.
Por eso, amigo Solana, creo que no es tan fácil lo de hacerse masón de un día para otro - tal como Ud. lo plantea - aunque lo sea relativamente ser admitido en una logia, sobre todo para quien se llame José Bono, Gaspar LLamazares o Rodrigo Rato, sólo por poner ejemplos de personas no coincidentes políticamente. Las logias tambien tienen sus debilidades... Ocurrió en nuestra historia muy a menudo. Y, sin pretender pontificar sobre el tema, me cuesta trabajo admitir que tantos y tantos figurantes de la escena política histórica (española y mundial), conservadores unos y progresistas otros, avanzaran mucho en ese camino iniciático al que me refiero. Masonería, religión y política son tres conceptos perfectamente diferenciables en teoría y poco diferenciados en la práctica, cuando se prescinde del sentido iniciático de la Masonería o las religiones dejan en segundo plano su ideal de Caridad.
Ser socialista tampoco tiene nada que ver con teologías. Aunque a veces no lo parezca, se trata de otra dimensión de la espiritualidad, en la que la solidaridad (que no es lo mismo que la fraternidad) y la justicia social se contemplan como metas alcanzables en este mundo y no en “el más allá”. Quienes prescinden de entrar en disquisiciones sobre cualquier forma de vida de ultratumba sólo deben contar con un importante condicionante: la ética. Pero lo ético, como ya señalara en su día Montesquieu, se halla sometido al devenir histórico, a la geografía, a la genética y a cuantas variables pueden, a su vez, condicionar y justificar el comportamiento humano. En esa travesía del desierto serán la razón y el bien común los que habrán de primar. Difícilmente pueden renunciar a ese realismo quienes aceptan cualquier forma de determinismo dogmático, ya sea religioso, filosófico o político. Merecen respeto, pero no obediencia.
Por todo ello pueden ser espinosas para muchos socialistas las relaciones con la ICAR, defensora supuestamente infalible de una “salvación” que no es de este mundo. Pero no creo que nadie con la capacidad discursiva del Sr. Bono pueda ser aconsejado sobre si le conviene o no comerse esas lentejas...
Amando Hurtado es escritor y licenciado en Derecho
Fuente:
http://www.elplural.com/opinion/detail.php?id=42680
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