MASONERÍA Y MEDITERRÁNEO: LA CONSTRUCCIÓN DE UN ESPACIO DE LAICIDAD
Discurso leído en las JOrnadas del Mediterráneo de 2004 en Tarragona por el Dr. Joan-Francesc Pont
Las religiones de Egipto y Babilonia fueron, como otras religiones antiguas, cultos a la fertilidad. La Tierra era femenina, el Sol, masculino. Como explica Bertrand Russell, la fertilidad, la Gran Madre, es la Artemisa de los griegos y la Diana de los romanos. La religión de Babilonia, a diferencia de la egipcia, se preocupó más de la prosperidad en este mundo que de la felicidad en el otro, lo que resulta explicable por el referente femenino central de sus creencias. Los cretenses adoraron también a una diosa y eran gente alegre, no muy abrumados por las supersticiones fúnebres. En la Atenas de Sócrates y Platón, donde se descubre el arte de razonar por deducción, era posible –como en muy pocas épocas de la Historia- ser inteligente y feliz a la vez, feliz por medio de la inteligencia. La Academia donde Platón enseñaba sobrevivió a todas las demás escuelas y perduró como una isla de paganismo hasta dos siglos después de la conversión del Imperio romano al cristianismo. Fue cerrada el año 529 de nuestra era por Justiniano, por el fanatismo religioso de este emperador, y la Edad oscura se extendió sobre el Mediterráneo y el conjunto de Europa 1.
El Mediterráneo es el lugar fundacional de las tres religiones del Libro –es decir de los más formidables instrumentos de esclavitud del ser humano, condenado por el dogma a unapermanente minoría de edad-, pero es también el origen de mil y una herejías que de una manera o de otra han creado las condiciones para la conquista de la libertad. Lo ha estudiado con detalle Raoul Vaneigem en un libro imprescindible, La rèsistance au christianisme publicado por Fayard en 1993. Constituye un documentado estudio de como durante veinte siglos ha existido una resistencia que ha militado en favor de las libertades naturales contra la opresión cristiana, y también una denuncia de cómo las iglesias cristianas han construido una historia a su medida sobre la mitificación de personajes legendarios (Jesús, Pedro, Pablo) y el flagelo de la Inquisición inspirada por Domingo de Guzmán. Es esta obra la reivindicación de la disidencia como emanación de un espíritu libre y un reconocimiento a la deuda de la humanidad con los herejes y también con las herejes, cuya doble osadía, al pensar libremente y al atreverse a hacerlo siendo mujeres, finalizó normalmente con la muerte a manos de los
intolerantes. Entre estas heroínas permítaseme citar a Marguerite Poréte, que murió en la hoguera el 1 de junio de 1310, y a Heilwige Bloemardine (fallecida el 23 de agosto de 1335), ambas representantes del movimiento del libre espíritu que no sólo no condenaba sino que alababa el placer y su función emancipadora 2.
Las tres religiones del Libro se caracterizan por la ausencia del simbolismo femenino referido a la divinidad. En ello se diferencian, como ya he señalado, de las demás tradiciones religiosas del Mediterráneo, como la egipcia, la babilónica, la griega y la romana. Sólo los heterodoxos se salen del rígido corsé de la retórica religiosa que considera exclusivamente a los hombres como integrantes del cuerpo legítimo de la comunidad, y son los evangelios gnósticos los que parecen configurar un “Padre” y una “Madre” divinos, incluso una versión de la Trinidad formada por el Padre, la Madre y el Hijo, y se atreven a configurar un poder femenino. Pero, como es sabido, ninguno de los textos gnósticos fue aceptado como canónico en el cristianismo y los manuscritos permanecieron enterrados e ignorados durante casi dos mil años en la montaña de Nag Hammadi 3 4. Judaísmo e Islam son igualmente misóginos y las tres grandes religiones monoteístas han continuado justificando las miserias del presente con las promesas de ultratumba.
Los dioses del monoteísmo y los reinos fundados bajo su invocación son masculinos. La libertad, la razón y la república son femeninas y aparecen, a menudo, representadas pormujeres con el pecho descubierto, lo que enlaza con los primeros mitos femeninos de la fertilidad.
La España totalitaria define su esencia nacional como viril, ruda, fuerte, sana, opuesta al afeminamiento de lo europeo, como en el Canto del cosaco de Espronceda en el XIX o como en el nacional-catolicismo de la dictadura franquista en el XX 5. La España liberal es una mujer bella y joven, con gorro frigio, asentada sobre símbolos masónicos y nombres de hechos y héroes gloriosos del republicanismo, con una bandera tricolor bordada con las palabras Libertad-Igualdad-Fraternidad6. La bandera republicana que al rojo y gualda añade el morado, el color del tafetán aprehendido a Mariana de Pineda, con un triángulo a medio bordar y las palabras de la trilogía Libertad-Igualdad-Ley, terrible delito que la condujo al garrote el 26 de mayo de 1831 7. La república es, pues, femenina, y un día la república mediterránea debería ser también femenina, pudiendo representarse por la figura de Minerva o Atenea, diosa greco-romana de la sabiduría, de las ciencias y de las artes, patrimonio histórico común de toda la cuenca mediterránea, desde Egipto a la Galia, de la que algunos autores destacan que no hizo nunca el sacrificio de su libertad8.
La historia de la libertad es la historia de los herejes y de los heterodoxos. Las religiones oficiales se compadecen poco de los impíos y éste es un fenómeno de ayer y de hoy. Recuérdese, si no, la hostilidad más o menos velada de los medios católicos, protestantes y judíos contra Salman Rushdie durante los años noventa, condenado a muerte por el Irán teocrático, al haber osado escribir unos Versos satánicos.
Dos personajes, uno musulmán y el otro judío, pueden representar el paradigma del alma mediterránea, al menos de su vertiente más acogedora, generosa y abierta al progreso de las ciencias y a la felicidad del género humano.
Averroes (Abü – I – Walid Muhammad ibn Ahmad ibn Muhammad ibn Rušd) (11261198)nació en Córdoba, fue discípulo de Abentofail y es un punto de referencia indiscutible de la filosofía española de todos los tiempos. Ejerció de juez en Sevilla y en Córdoba, mantuvo durante años buenas relaciones con el trono (que ocupaba Almanzor), pero conforme al destino fatal de quienes en el Mediterráneo osan pensar con libertad, fue acusado de herejía y deportado, falleciendo en Marruecos. Su estatua ocupa desde hace ciento cincuenta años un lugar preferente en el vestíbulo principal de la Universidad de Barcelona. En mi opinión, Averroes aporta a la historia del pensamiento la independencia de la filosofía con relación a la teología, pues aunque intenta conciliarlas, reflexiona que la religión descrita en los textos sagrados es apta para las multitudes, incapaces de comprender las verdades racionales y las demostraciones realizadas a base de ellas, mientras que la filosofía se reserva para unos pocos elegidos, capaces de utilizar las herramientas de la razón. Entre los filósofos y los creyentes existe, para Averroes, un tercer género, el de quienes entienden los argumentos, pero que sólo pretenden alcanzar lo probable y no la absoluta evidencia racional. Hay una verdad que es la verdad del dogma tal y como éste se describe en el Corán y hay otra verdad que nace de la ciencia, y ambas “verdades” constituyen aspectos distintos de una misma verdad. En lo que aquí me interesa destacar, para Averroes, nacido cien años antes que Tomás de Aquino9, la filosofía no es ancilla Theologiae, puesto que la primera es ciencia y la segunda no, por lo que se abren las puertas con siglos de adelanto a la mayoría de edad del ser humano y a la libertad de pensamiento. El precio que pagó Averroes fue resultado de un edicto de Almanzor en el sentido de que Dios había decretado el fuego del infierno para quienes pensasen que la verdad podía alcanzarse con la sola razón, tras el cual el rey entregó a las llamas cuantos libros halló sobre lógica y metafísica10.
Averroes, aunque creyente, no era ortodoxo. Fue combatido por los guardianes de la fe y un tal Algazel escribió contra él un libro titulado Destrucción de los filósofos donde
manifestaba que al estar toda la verdad necesaria en el Corán no hay necesidad de especulación independiente de la revelación11 Averroes replicó con su obra Destrucción de la destrucción que debería constar en las primeras páginas de la historia de los librepensadores.
Maimónides (Mosé ben Maimón) (1135-1204) es contemporáneo de Averroes y nació como él en Córdoba, aunque ejerció su actividad principalmente en Marruecos y en Egipto, cultivando la Medicina, el Comercio, el Derecho, la Filosofía y la Teología. En su obra principal, Guía de perplejos o Guía de indecisos, según los traductores, trató de reconciliar fe y razón. Para Maimónides los indecisos son los pensadores a quienes sus estudios han llevado a chocar con la religión. Se atreve a defender una interpretación figurativa o metafórica del Libro, cuyas leyendas serían más una guía de aprendizaje simbólico que una historia literal. Sus teorías fueron combatidas por los talmudistas puros, aunque tuvo muchos seguidores en las comunidades judías de diversas ciudades como Narbona, Zaragoza, Lleida y Barcelona. Maimónides no es un heterodoxo, como Averroes, y ha sido incorporado al judaísmo oficial, pero sí es un exponente del diálogo interreligioso y un precursor de los estudios de religión comparada, al expresar los puntos que a su juicio son comunes y los que son distintos entre las tres religiones del Libro12.
Las efigies de Averroes y de Maimónides merecerían figurar en las salas de pasos perdidos del templo principal de cada una de las grandes logias mediterráneas porque
predeterminan las condiciones para la convivencia de las culturas y de las creencias. Hoy,
cuando el Mediterráneo se halla dolorosamente dividido por el conflicto palestino-israelí, por el hegemonismo de los sectores enfrentados en el Líbano, por la enemistad secular grecoturca, por el veto integrista a la evolución democrática en algunos países y por las
dificultades surgidas de los nuevos movimientos migratorios, el re-descubrimiento del
Mediterráneo como un ámbito natural de convivencia debería basarse en el reconocimiento de nuestro patrimonio filosófico común, simbolizado, a estos efectos, mejor que por nadie por Maimónides y Averroes.
He escogido, deliberadamente, a dos creyentes en distintas religiones del Libro para demostrar que, siendo un librepensador, no propugno la muerte de Dios13 sino el respeto más absoluto a la libertad de conciencia. Esto implica, desde luego, la aceptación de la religión como un derecho individual y colectivo, pero, ciertamente, también, la proscripción de cualquier autoridad o coerción sobre los discrepantes, los disidentes, los herejes o los incrédulos.
No puede ni debe olvidarse que el progreso y la libertad han sido siempre obra de los heterodoxos, quienes han sufrido por ello la persecución y la pérdida de la libertad y aun de la vida. Con emoción lo señalaba Fernando de los Ríos en su discurso parlamentario del 8 de octubre de 1931: Llegamos a esta hora, profunda para la Historia española, nosotros los heterodoxos españoles, con el alma lacerada y llena de desgarrones y de cicatrices profundas, porque viene así desde las honduras del siglo XVI, somos los hijos de los erasmistas, somos los hijos espirituales de aquéllos cuya conciencia disidente individual fue estrangulada durante siglos14. Mucho antes, en 1773, Diderot dejaba escrito en sus Memorias: He trabajado durante más de treinta años en [la Enciclopedia ]. De todas las formas de persecución que uno alcanza a imaginar, no he escapado a ninguna, por no mencionar toda suerte de pasquines difamatorios. Lo han sufrido mi honor, mi fortuna y mi libertad (...) Me he enfrentado a la enemistad declarada de las cortes de justicia, los magnates, los militares (...), los eclesiásticos, la policía, los magistrados, los hombres de letras que no colaboraban en nuestra empresa, la alta sociedad y todos los ciudadanos que se dejaban arrastrar por la mayoría15.
Heterodoxas, progresistas y, por tanto, feministas más o menos radicales fueron en Barcelona Clotilde Cerdà Bosch (1852-1926), Isabel de Zwonar, Ángeles López de Ayala (1858-1926), Dolores Zea y Jùlia Aymà Mensa, las cinco iniciadas y fervientemente activas en la Francmasonería de su época 16.
Como a las hermanas mencionadas, las columnas de la Francmasonería han acogido siempre a los heterodoxos. Recuérdese, por ejemplo, a Tommaso Crudeli (1703-1745), poeta víctima de la Inquisición tras un inicuo proceso contra la libertad de pensamiento en el que se le acusó de participar en orgías en el templo masónico, primer exponente del antimasonismo practicado por todos los totalitarismos 17.
Declarado culpable de comer carne en viernes de cuaresma y de haber retirado el
crucifijo del aula, fue ahorcado por la Inquisición Gaietà Ripoll i Pla en Valencia el 31 de
julio de 1826. Su único delito era ser un maestro de escuela liberal en un país dominado por los serviles18.
Defiendo, en suma, que el Mediterráneo deje de ser un feudo masculino, propiedad exclusiva de los dioses terribles y vengadores de Libro. Quiero un Mediterráneo femenino, iluminado por Isis y por Minerva, por la leyenda de una María Magdalena capaz de amar y de ser amada y por el recuerdo vivo de todas las herejes quemadas por la Inquisición y de todas las mujeres libres lapidadas por el intolerante fanatismo de los hombres.
La república mediterránea no será un Estado o una Federación, pero sí un espacio de convivencia en el que florezcan la cultura y la civilización, un mundo en el que cada hombre y mujer pueda buscar como mejor le parezca su felicidad. Y para llegar a este ideal, como ocurrió en la orilla europea durante el XIX y el XX, quizás deba alzarse la voz de los librepensadores en las tertulias, en las logias, en los medios de comunicación e, incluso, en los parlamentos.
El ideal de laicidad que propone la Francmasonería y que hoy está más presente como necesidad y como exigencia en el Mediterráneo puede simbolizarse en el poema de Rudyard Kipling “The mother lodge” en el que exalta la igualdad esencial de los hermanos en la Logia, cuya proyección en el mundo profano es la ciudadanía:
Outside – “Sergeant! Sir! Salute! Salaam!”
Inside – “Brother”, an’it doesn’t do no’arm.
We meet upon the Level an’we parted on the Square,
An’I was Junior Deacon in my Mother Lodge out there!
W.R. Shields lo formula en términos todavía más directos:
I do not ask, my friend, if you
were born a gentile or a Jew,
A Budhist, or Mohammedan:
I only ask, are you a man?19
Desde los inicios del liberalismo en las Cortes de Cádiz hasta hoy mismo la España
católica y conservadora no ha bajado jamás la guardia y se ha aprestado a devorar a sus hijos más esclarecidos cuando intentaban encender la luz de la ilustración y de la ciencia. Se ha cumplido al pie de la letra el diagnóstico cruel pero certero de Antonio Machado: En España –no lo olvidemos- la acción política de tendencia progresista suele ser débil porque carece de originalidad; es puro mimetismo que no pasa de simple excitante de la reacción. Se diría que sólo el resorte reaccionario funciona en nuestra máquina social con alguna precisión y energía. Los políticos que deben gobernar hacia el porvenir deben tener en cuenta la reacción a fondo que sigue en España a todo avance de superficie. Nuestros políticos llamados de izquierda –digámoslo de pasada- rara vez calculan, cuando disparan sus fusiles de retórica futurista, el retroceso de las culatas, que suele ser, aunque parezca extraño, más violento que el tiro20.
Esto es lo que ocurre ahora mismo con la laicidad. Cualquier tímido avance en algún país mediterráneo es contestado por una inusitada violencia integrista sobre los cuerpos o sobre las almas. Las religiones se menosprecian a sí mismas cuando pretenden prevalecer sobre la república, cuando confunden el Derecho positivo con las instrucciones del clero, cuando usan la violencia para imponer sus costumbres, cuando introducen en el Código penal el adulterio –sempiterna emanación del miedo masculino a la libertad de la mujer-, cuando excomulgan a los que se comprometen con el avance de la ciencia, cuando restringen las opciones sexuales o cuando niegan la autonomía del Derecho civil de familia, cuando segregan a sus fieles del resto de la ciudadanía y, sobre todo, cuando reducen a la mujer a la invisibilidad tras el velo.
Pero el Mediterráneo o será laico o no será el mare nostrum, porque malvivirá dividido y amenazado por el miedo a los ejecutores de la venganza divina. Ha de poderse volver a beber vino en toda la cuenca mediterránea, recuperar a Dionisio o Baco y recordar el espíritu de los órficos, que inspiraron a Pitágoras. La Francmasonería ha de acoger en su seno, conforme a su tradición, pero con renovados bríos, a todos los herejes, a todos los hombres y a todas las mujeres, que osen pensar por su cuenta. Ha de ser escuela de pensamiento libre y refugio de los perseguidos por ejercerlo. Los gobiernos han de esforzarse en el desarrollo de las relaciones de buena vecindad, como las propuestas de la conferencia euromediterránea de Barcelona en 1995, relanzadas por Italia, Francia, Portugal y España en la cumbre informal de Roma del pasado 2 de octubre de 2004. La cooperación entre los gobiernos ha de incluir, necesariamente, los elementos suficientes para el desarrollo económico-empresarial de los países mediterráneos, de todos, desarrollo concebido para hacer posible la construcción de una sociedad buena. Pero, la Orden ha de ser fiel a su historia de Templo del Hombre –del ser humano- que no admite la discriminación por razones de sexo, raza, religión o ideología. Bajo la bóveda estrellada de nuestros talleres han de reinar la libertad y la tolerancia, como una forma provocativa de difusión de estos valores en la sociedad. No sólo en nuestro pequeño pueblo, sino en todo el Mediterráneo.
La laicidad interna de los talleres que les hace trabajar a la Gloria del Gran Arquitecto del Universo o al progreso de la Humanidad ha de ser el espejo de la laicidad política expresada como arquitectura de la paz y de la convivencia. La verdadera masonería no puede ser acomodaticia ni meramente filantrópica, ha de vibrar y hacer vibrar a la sociedad con un impulso revolucionario. La revolución que hoy necesita el mundo y, en particular, el Mediterráneo, es la revolución del conocimiento. Las dictaduras políticas y religiosas se alimentan de la ignorancia y de la superstición. El conocimiento se mantiene injustamente distribuido y deben romperse los muros (los nuevos muros de Berlín, que como aquél deben caer en pedazos) para que la sabiduría presida la construcción de nuestro edificio, como pide el ritual del Aprendiz masón. Para esta tarea deben utilizarse cables y antenas que universalicen internet y los medios de comunicación, debe generalizarse el dominio del inglés
como lingua franca y los reformistas demócratas de todos los países deben alzar su voz, conforme a su propia tradición, pero con el apoyo expreso y eficaz de la fraternidad militante de sus conciudadanos del resto del mundo. Del ejercicio cotidiano de la laicidad en los templos masónicos ha de surgir una defensa desacomplejada de la laicidad en la Ciudad, ¡de una laicidad que no se sienta obligada a pedir disculpas!
Nótese que la laicidad es compatible con las religiones, si éstas aceptan su sujeción al ordenamiento jurídico democrático, mientras que las religiones son, a veces, demasiadas veces, una amenaza para las instituciones laicas y aun para sus propios disidentes. La laicidad –que se inscribe en la lista de los valores femeninos que he querido reivindicar hoy- construye un espacio público en el que todos son iguales, lo que permite a cada uno ejercer su desigualdad.
La laicidad no es ni una religión más ni una opción materialista, pero tampoco debe confundirse con la mera aconfesionalidad o neutralidad de las instituciones públicas. La laicidad sí constituye una ética civil, universalista e independiente de cualquier confesión o ideología. La laicidad está pedagógicamente abierta a todas las aportaciones culturales, religiosas, filosóficas y científicas que sean capaces de desarrollar una reflexión crítica y comparada y de esta forma resulten compatibles con las exigencias de una ciudadanía informada y responsable. La reducción de la laicidad a un marco político neutral de coexistencia entre las religiones 21 convierte en imposible el objetivo de garantizar tal coexistencia pacífica. Esta última requiere un activismo laico que produzca una relativización parcial del valor que cada confesión religiosa otorga a sus costumbres, reglas morales y creencias, de tal manera que unas confesiones dejen margen a las otras. Éste es el verdadero sentido del derecho al espacio público, que no es un lugar vacío, de anomía, sino que ha de configurarse mediante un sistema de valores de tolerancia, de libertad y de pluralismo, comunes al conjunto de la república, conciliables con los principales valores éticos y espirituales de las distintas culturas y religiones 22. Lo cual sólo acontecerá en la medida en que tales valores hayan aceptado disminuir razonablemente su intensidad para no chocar
violentamente con los valores de las demás opciones religiosas y filosóficas. Únicamente así, mediante el mantenimiento de una tensión democrática sobre las confesiones y mediante el alejamiento de éstas de la escuela, que ha de defenderse como un “lugar sagrado”, puede construirse la república 23 .
La laicidad permite que la espiritualidad del ser humano se desarrolle con plenitud, una espiritualidad que –aherrojada por el dogma de las religiones- renace en las almas libres que buscan la belleza. Como señaló Friedrich von Schiller, sólo a través del umbral de la belleza puede penetrarse en el reino del conocimiento y lo que concebimos aquí como belleza descubriremos un día que es la verdad 24.
1 Cfr. RUSSELL, Bertrand: Historia de la Filosofía occidental, Espasa-Calpe, Madrid, 1971, vol. I, págs. 24-81, passim.
2 Cfr. VANEIGEM, Raoul: La rèsistance au christianisme, Fayard, 1993, págs. 285-296, passim.
3 Cfr. PAGELS, Elaine: Los evangelios gnósticos, Crítica, Barcelona, 1981 (2ª edición), págs. 91-115, passim.
4 Un capuchino heterodoxo, socialista y antifascista, Jordi Llimona, me decía cuando le entrevisté en 1999 para Espai de Llibertat [editada por la Fundación Ferrer], Dios es más madre que padre...
5 Jaime de ANDRADE –seudónimo del General FRANCO-, acaba su novela o guión para película Raza [Madrid, 1942] con estas palabras: ... los almogávares, que en nuestra historia fueron la expresión más alta del valor de la raza: la flor de los pueblos del Norte, lo más heroico de la legión romana, lo más noble y guerrero de las estirpes árabes, fundido en el manantial inagotable de nuestra raza ibera. No olvides que cuando en España surge un voluntario para el sacrificio, un héroe para la batalla o un visionario para la aventura, hay siempre en él un almogávar.
6 Grabado conservado en la Biblioteca Nacional, reproducido por ÁLVAREZ JUNCO, José: Mater dolorosa ,
Taurus, Madrid, 2001 [pág. 11 del encarte documental entre las páginas 360 y 361 ].
7 Cfr. RODRIGO, Antonina: Mariana de Pineda, Plaza & Janés, Barcelona, 1984, págs. 109 y 153-159.
8 Pausanias, 1, c.2.
9 Para mí Averroes no es, como se dice a menudo, el precursor de Tomás de Aquino, sino, precisamente, su
primer contradictor, con un siglo de anticipación.
10 Cfr. RUSSELL, Bertrand: Historia de la filosofía occidental, Espasa-Calpe, Madrid, 1971, vol. II, pág. 46.
11 Cfr. RUSSELL, Bertrand: Op. cit., pág. 47.
12 Cfr. KÜNG, Hans: El judaísmo, Círculo de Lectores, Barcelona, 1993, pág. 203.
13 Aunque el concepto muerte de Dios merece prestarle una atención suficiente.
14 Cfr. JIMÉNEZ LOZANO, José: Los cementerios civiles y la heterodoxia española, Taurus, Madrid, 1978,
pág. 258 (nota 23).
15 Citado por MUNCK, Thomas: Historia social de la Ilustración, Crítica, Barcelona, 2001, págs. 309-310.
16 Cfr. SÁNCHEZ FERRÈ, Pere: La maçoneria a Catalunya (1868-1936), Edicions 62, Barcelona, 1990, Págs..
147-176, passim.
17 Cfr. Officinae, EDIMAI, septiembre de 1990, nº 3, págs. 26-27.
18 Cfr. Delta, GLSE, abril de 1996, nº 31, págs. 9-10.
19 GLICK, Carl (ed.): A Treasury of Masonic thought, Robert Hale, London, 1987, pág. 141.
20 MACHADO, Antonio: Juan de Mairena, Losada, Buenos Aires, 1957, Tomo I, pág. 16.
21 Que, a veces, parece defender mi buen amigo Javier OTAOLA [cfr. “La laicidad francesa vista por una mirada
extranjera”, en Laicidad, espiritualidades en la ciudad, Ville de Perpignan, 2004, págs. 59-65, passim], por
ejemplo al intentar defender “la pretensión de los creyentes de no dejarse reducir a vivir como tales al fondo de
las sacristías”, cuando nadie en Europa ha pretendido hacer tal cosa... Reconozco, en cualquier caso, que
OTAOLA va más allá de la neutralidad, cuando define la laicidad como una fórmula de mediación y de creación
de un espacio libre para la poesía, la inspiración personal o la religión. Estamos de acuerdo, porque la mediación
forma parte del activismo laico necesario para la construcción de la Ciudad. Pero no comparto, entre otras, su
opinión de que el problema del concordato se haya superado en España por la vía de los convenios, porque la
Iglesia Católica Romana sigue rigiendo sus relaciones con el Estado mediante acuerdos que tienen la naturaleza
jurídica de concordato o tratado internacional, a diferencia de lo que ocurre con las demás confesiones.
22 Cfr. SALICETI, Claude: Humanisme, franc-maçonnerie et spiritualité, PUF, París, 1997, págs. 63-68 passim.
23 Cfr. BERESNIAK, Daniel: La laicité, Grancher, París, 1990, págs. 85-88.
24 Cfr. GLICK, Carl (ed.), op. cit., pág. 112.
.·.
Las religiones de Egipto y Babilonia fueron, como otras religiones antiguas, cultos a la fertilidad. La Tierra era femenina, el Sol, masculino. Como explica Bertrand Russell, la fertilidad, la Gran Madre, es la Artemisa de los griegos y la Diana de los romanos. La religión de Babilonia, a diferencia de la egipcia, se preocupó más de la prosperidad en este mundo que de la felicidad en el otro, lo que resulta explicable por el referente femenino central de sus creencias. Los cretenses adoraron también a una diosa y eran gente alegre, no muy abrumados por las supersticiones fúnebres. En la Atenas de Sócrates y Platón, donde se descubre el arte de razonar por deducción, era posible –como en muy pocas épocas de la Historia- ser inteligente y feliz a la vez, feliz por medio de la inteligencia. La Academia donde Platón enseñaba sobrevivió a todas las demás escuelas y perduró como una isla de paganismo hasta dos siglos después de la conversión del Imperio romano al cristianismo. Fue cerrada el año 529 de nuestra era por Justiniano, por el fanatismo religioso de este emperador, y la Edad oscura se extendió sobre el Mediterráneo y el conjunto de Europa 1.
El Mediterráneo es el lugar fundacional de las tres religiones del Libro –es decir de los más formidables instrumentos de esclavitud del ser humano, condenado por el dogma a unapermanente minoría de edad-, pero es también el origen de mil y una herejías que de una manera o de otra han creado las condiciones para la conquista de la libertad. Lo ha estudiado con detalle Raoul Vaneigem en un libro imprescindible, La rèsistance au christianisme publicado por Fayard en 1993. Constituye un documentado estudio de como durante veinte siglos ha existido una resistencia que ha militado en favor de las libertades naturales contra la opresión cristiana, y también una denuncia de cómo las iglesias cristianas han construido una historia a su medida sobre la mitificación de personajes legendarios (Jesús, Pedro, Pablo) y el flagelo de la Inquisición inspirada por Domingo de Guzmán. Es esta obra la reivindicación de la disidencia como emanación de un espíritu libre y un reconocimiento a la deuda de la humanidad con los herejes y también con las herejes, cuya doble osadía, al pensar libremente y al atreverse a hacerlo siendo mujeres, finalizó normalmente con la muerte a manos de los
intolerantes. Entre estas heroínas permítaseme citar a Marguerite Poréte, que murió en la hoguera el 1 de junio de 1310, y a Heilwige Bloemardine (fallecida el 23 de agosto de 1335), ambas representantes del movimiento del libre espíritu que no sólo no condenaba sino que alababa el placer y su función emancipadora 2.
Las tres religiones del Libro se caracterizan por la ausencia del simbolismo femenino referido a la divinidad. En ello se diferencian, como ya he señalado, de las demás tradiciones religiosas del Mediterráneo, como la egipcia, la babilónica, la griega y la romana. Sólo los heterodoxos se salen del rígido corsé de la retórica religiosa que considera exclusivamente a los hombres como integrantes del cuerpo legítimo de la comunidad, y son los evangelios gnósticos los que parecen configurar un “Padre” y una “Madre” divinos, incluso una versión de la Trinidad formada por el Padre, la Madre y el Hijo, y se atreven a configurar un poder femenino. Pero, como es sabido, ninguno de los textos gnósticos fue aceptado como canónico en el cristianismo y los manuscritos permanecieron enterrados e ignorados durante casi dos mil años en la montaña de Nag Hammadi 3 4. Judaísmo e Islam son igualmente misóginos y las tres grandes religiones monoteístas han continuado justificando las miserias del presente con las promesas de ultratumba.
Los dioses del monoteísmo y los reinos fundados bajo su invocación son masculinos. La libertad, la razón y la república son femeninas y aparecen, a menudo, representadas pormujeres con el pecho descubierto, lo que enlaza con los primeros mitos femeninos de la fertilidad.
La España totalitaria define su esencia nacional como viril, ruda, fuerte, sana, opuesta al afeminamiento de lo europeo, como en el Canto del cosaco de Espronceda en el XIX o como en el nacional-catolicismo de la dictadura franquista en el XX 5. La España liberal es una mujer bella y joven, con gorro frigio, asentada sobre símbolos masónicos y nombres de hechos y héroes gloriosos del republicanismo, con una bandera tricolor bordada con las palabras Libertad-Igualdad-Fraternidad6. La bandera republicana que al rojo y gualda añade el morado, el color del tafetán aprehendido a Mariana de Pineda, con un triángulo a medio bordar y las palabras de la trilogía Libertad-Igualdad-Ley, terrible delito que la condujo al garrote el 26 de mayo de 1831 7. La república es, pues, femenina, y un día la república mediterránea debería ser también femenina, pudiendo representarse por la figura de Minerva o Atenea, diosa greco-romana de la sabiduría, de las ciencias y de las artes, patrimonio histórico común de toda la cuenca mediterránea, desde Egipto a la Galia, de la que algunos autores destacan que no hizo nunca el sacrificio de su libertad8.
La historia de la libertad es la historia de los herejes y de los heterodoxos. Las religiones oficiales se compadecen poco de los impíos y éste es un fenómeno de ayer y de hoy. Recuérdese, si no, la hostilidad más o menos velada de los medios católicos, protestantes y judíos contra Salman Rushdie durante los años noventa, condenado a muerte por el Irán teocrático, al haber osado escribir unos Versos satánicos.
Dos personajes, uno musulmán y el otro judío, pueden representar el paradigma del alma mediterránea, al menos de su vertiente más acogedora, generosa y abierta al progreso de las ciencias y a la felicidad del género humano.
Averroes (Abü – I – Walid Muhammad ibn Ahmad ibn Muhammad ibn Rušd) (11261198)nació en Córdoba, fue discípulo de Abentofail y es un punto de referencia indiscutible de la filosofía española de todos los tiempos. Ejerció de juez en Sevilla y en Córdoba, mantuvo durante años buenas relaciones con el trono (que ocupaba Almanzor), pero conforme al destino fatal de quienes en el Mediterráneo osan pensar con libertad, fue acusado de herejía y deportado, falleciendo en Marruecos. Su estatua ocupa desde hace ciento cincuenta años un lugar preferente en el vestíbulo principal de la Universidad de Barcelona. En mi opinión, Averroes aporta a la historia del pensamiento la independencia de la filosofía con relación a la teología, pues aunque intenta conciliarlas, reflexiona que la religión descrita en los textos sagrados es apta para las multitudes, incapaces de comprender las verdades racionales y las demostraciones realizadas a base de ellas, mientras que la filosofía se reserva para unos pocos elegidos, capaces de utilizar las herramientas de la razón. Entre los filósofos y los creyentes existe, para Averroes, un tercer género, el de quienes entienden los argumentos, pero que sólo pretenden alcanzar lo probable y no la absoluta evidencia racional. Hay una verdad que es la verdad del dogma tal y como éste se describe en el Corán y hay otra verdad que nace de la ciencia, y ambas “verdades” constituyen aspectos distintos de una misma verdad. En lo que aquí me interesa destacar, para Averroes, nacido cien años antes que Tomás de Aquino9, la filosofía no es ancilla Theologiae, puesto que la primera es ciencia y la segunda no, por lo que se abren las puertas con siglos de adelanto a la mayoría de edad del ser humano y a la libertad de pensamiento. El precio que pagó Averroes fue resultado de un edicto de Almanzor en el sentido de que Dios había decretado el fuego del infierno para quienes pensasen que la verdad podía alcanzarse con la sola razón, tras el cual el rey entregó a las llamas cuantos libros halló sobre lógica y metafísica10.
Averroes, aunque creyente, no era ortodoxo. Fue combatido por los guardianes de la fe y un tal Algazel escribió contra él un libro titulado Destrucción de los filósofos donde
manifestaba que al estar toda la verdad necesaria en el Corán no hay necesidad de especulación independiente de la revelación11 Averroes replicó con su obra Destrucción de la destrucción que debería constar en las primeras páginas de la historia de los librepensadores.
Maimónides (Mosé ben Maimón) (1135-1204) es contemporáneo de Averroes y nació como él en Córdoba, aunque ejerció su actividad principalmente en Marruecos y en Egipto, cultivando la Medicina, el Comercio, el Derecho, la Filosofía y la Teología. En su obra principal, Guía de perplejos o Guía de indecisos, según los traductores, trató de reconciliar fe y razón. Para Maimónides los indecisos son los pensadores a quienes sus estudios han llevado a chocar con la religión. Se atreve a defender una interpretación figurativa o metafórica del Libro, cuyas leyendas serían más una guía de aprendizaje simbólico que una historia literal. Sus teorías fueron combatidas por los talmudistas puros, aunque tuvo muchos seguidores en las comunidades judías de diversas ciudades como Narbona, Zaragoza, Lleida y Barcelona. Maimónides no es un heterodoxo, como Averroes, y ha sido incorporado al judaísmo oficial, pero sí es un exponente del diálogo interreligioso y un precursor de los estudios de religión comparada, al expresar los puntos que a su juicio son comunes y los que son distintos entre las tres religiones del Libro12.
Las efigies de Averroes y de Maimónides merecerían figurar en las salas de pasos perdidos del templo principal de cada una de las grandes logias mediterráneas porque
predeterminan las condiciones para la convivencia de las culturas y de las creencias. Hoy,
cuando el Mediterráneo se halla dolorosamente dividido por el conflicto palestino-israelí, por el hegemonismo de los sectores enfrentados en el Líbano, por la enemistad secular grecoturca, por el veto integrista a la evolución democrática en algunos países y por las
dificultades surgidas de los nuevos movimientos migratorios, el re-descubrimiento del
Mediterráneo como un ámbito natural de convivencia debería basarse en el reconocimiento de nuestro patrimonio filosófico común, simbolizado, a estos efectos, mejor que por nadie por Maimónides y Averroes.
He escogido, deliberadamente, a dos creyentes en distintas religiones del Libro para demostrar que, siendo un librepensador, no propugno la muerte de Dios13 sino el respeto más absoluto a la libertad de conciencia. Esto implica, desde luego, la aceptación de la religión como un derecho individual y colectivo, pero, ciertamente, también, la proscripción de cualquier autoridad o coerción sobre los discrepantes, los disidentes, los herejes o los incrédulos.
No puede ni debe olvidarse que el progreso y la libertad han sido siempre obra de los heterodoxos, quienes han sufrido por ello la persecución y la pérdida de la libertad y aun de la vida. Con emoción lo señalaba Fernando de los Ríos en su discurso parlamentario del 8 de octubre de 1931: Llegamos a esta hora, profunda para la Historia española, nosotros los heterodoxos españoles, con el alma lacerada y llena de desgarrones y de cicatrices profundas, porque viene así desde las honduras del siglo XVI, somos los hijos de los erasmistas, somos los hijos espirituales de aquéllos cuya conciencia disidente individual fue estrangulada durante siglos14. Mucho antes, en 1773, Diderot dejaba escrito en sus Memorias: He trabajado durante más de treinta años en [la Enciclopedia ]. De todas las formas de persecución que uno alcanza a imaginar, no he escapado a ninguna, por no mencionar toda suerte de pasquines difamatorios. Lo han sufrido mi honor, mi fortuna y mi libertad (...) Me he enfrentado a la enemistad declarada de las cortes de justicia, los magnates, los militares (...), los eclesiásticos, la policía, los magistrados, los hombres de letras que no colaboraban en nuestra empresa, la alta sociedad y todos los ciudadanos que se dejaban arrastrar por la mayoría15.
Heterodoxas, progresistas y, por tanto, feministas más o menos radicales fueron en Barcelona Clotilde Cerdà Bosch (1852-1926), Isabel de Zwonar, Ángeles López de Ayala (1858-1926), Dolores Zea y Jùlia Aymà Mensa, las cinco iniciadas y fervientemente activas en la Francmasonería de su época 16.
Como a las hermanas mencionadas, las columnas de la Francmasonería han acogido siempre a los heterodoxos. Recuérdese, por ejemplo, a Tommaso Crudeli (1703-1745), poeta víctima de la Inquisición tras un inicuo proceso contra la libertad de pensamiento en el que se le acusó de participar en orgías en el templo masónico, primer exponente del antimasonismo practicado por todos los totalitarismos 17.
Declarado culpable de comer carne en viernes de cuaresma y de haber retirado el
crucifijo del aula, fue ahorcado por la Inquisición Gaietà Ripoll i Pla en Valencia el 31 de
julio de 1826. Su único delito era ser un maestro de escuela liberal en un país dominado por los serviles18.
Defiendo, en suma, que el Mediterráneo deje de ser un feudo masculino, propiedad exclusiva de los dioses terribles y vengadores de Libro. Quiero un Mediterráneo femenino, iluminado por Isis y por Minerva, por la leyenda de una María Magdalena capaz de amar y de ser amada y por el recuerdo vivo de todas las herejes quemadas por la Inquisición y de todas las mujeres libres lapidadas por el intolerante fanatismo de los hombres.
La república mediterránea no será un Estado o una Federación, pero sí un espacio de convivencia en el que florezcan la cultura y la civilización, un mundo en el que cada hombre y mujer pueda buscar como mejor le parezca su felicidad. Y para llegar a este ideal, como ocurrió en la orilla europea durante el XIX y el XX, quizás deba alzarse la voz de los librepensadores en las tertulias, en las logias, en los medios de comunicación e, incluso, en los parlamentos.
El ideal de laicidad que propone la Francmasonería y que hoy está más presente como necesidad y como exigencia en el Mediterráneo puede simbolizarse en el poema de Rudyard Kipling “The mother lodge” en el que exalta la igualdad esencial de los hermanos en la Logia, cuya proyección en el mundo profano es la ciudadanía:
Outside – “Sergeant! Sir! Salute! Salaam!”
Inside – “Brother”, an’it doesn’t do no’arm.
We meet upon the Level an’we parted on the Square,
An’I was Junior Deacon in my Mother Lodge out there!
W.R. Shields lo formula en términos todavía más directos:
I do not ask, my friend, if you
were born a gentile or a Jew,
A Budhist, or Mohammedan:
I only ask, are you a man?19
Desde los inicios del liberalismo en las Cortes de Cádiz hasta hoy mismo la España
católica y conservadora no ha bajado jamás la guardia y se ha aprestado a devorar a sus hijos más esclarecidos cuando intentaban encender la luz de la ilustración y de la ciencia. Se ha cumplido al pie de la letra el diagnóstico cruel pero certero de Antonio Machado: En España –no lo olvidemos- la acción política de tendencia progresista suele ser débil porque carece de originalidad; es puro mimetismo que no pasa de simple excitante de la reacción. Se diría que sólo el resorte reaccionario funciona en nuestra máquina social con alguna precisión y energía. Los políticos que deben gobernar hacia el porvenir deben tener en cuenta la reacción a fondo que sigue en España a todo avance de superficie. Nuestros políticos llamados de izquierda –digámoslo de pasada- rara vez calculan, cuando disparan sus fusiles de retórica futurista, el retroceso de las culatas, que suele ser, aunque parezca extraño, más violento que el tiro20.
Esto es lo que ocurre ahora mismo con la laicidad. Cualquier tímido avance en algún país mediterráneo es contestado por una inusitada violencia integrista sobre los cuerpos o sobre las almas. Las religiones se menosprecian a sí mismas cuando pretenden prevalecer sobre la república, cuando confunden el Derecho positivo con las instrucciones del clero, cuando usan la violencia para imponer sus costumbres, cuando introducen en el Código penal el adulterio –sempiterna emanación del miedo masculino a la libertad de la mujer-, cuando excomulgan a los que se comprometen con el avance de la ciencia, cuando restringen las opciones sexuales o cuando niegan la autonomía del Derecho civil de familia, cuando segregan a sus fieles del resto de la ciudadanía y, sobre todo, cuando reducen a la mujer a la invisibilidad tras el velo.
Pero el Mediterráneo o será laico o no será el mare nostrum, porque malvivirá dividido y amenazado por el miedo a los ejecutores de la venganza divina. Ha de poderse volver a beber vino en toda la cuenca mediterránea, recuperar a Dionisio o Baco y recordar el espíritu de los órficos, que inspiraron a Pitágoras. La Francmasonería ha de acoger en su seno, conforme a su tradición, pero con renovados bríos, a todos los herejes, a todos los hombres y a todas las mujeres, que osen pensar por su cuenta. Ha de ser escuela de pensamiento libre y refugio de los perseguidos por ejercerlo. Los gobiernos han de esforzarse en el desarrollo de las relaciones de buena vecindad, como las propuestas de la conferencia euromediterránea de Barcelona en 1995, relanzadas por Italia, Francia, Portugal y España en la cumbre informal de Roma del pasado 2 de octubre de 2004. La cooperación entre los gobiernos ha de incluir, necesariamente, los elementos suficientes para el desarrollo económico-empresarial de los países mediterráneos, de todos, desarrollo concebido para hacer posible la construcción de una sociedad buena. Pero, la Orden ha de ser fiel a su historia de Templo del Hombre –del ser humano- que no admite la discriminación por razones de sexo, raza, religión o ideología. Bajo la bóveda estrellada de nuestros talleres han de reinar la libertad y la tolerancia, como una forma provocativa de difusión de estos valores en la sociedad. No sólo en nuestro pequeño pueblo, sino en todo el Mediterráneo.
La laicidad interna de los talleres que les hace trabajar a la Gloria del Gran Arquitecto del Universo o al progreso de la Humanidad ha de ser el espejo de la laicidad política expresada como arquitectura de la paz y de la convivencia. La verdadera masonería no puede ser acomodaticia ni meramente filantrópica, ha de vibrar y hacer vibrar a la sociedad con un impulso revolucionario. La revolución que hoy necesita el mundo y, en particular, el Mediterráneo, es la revolución del conocimiento. Las dictaduras políticas y religiosas se alimentan de la ignorancia y de la superstición. El conocimiento se mantiene injustamente distribuido y deben romperse los muros (los nuevos muros de Berlín, que como aquél deben caer en pedazos) para que la sabiduría presida la construcción de nuestro edificio, como pide el ritual del Aprendiz masón. Para esta tarea deben utilizarse cables y antenas que universalicen internet y los medios de comunicación, debe generalizarse el dominio del inglés
como lingua franca y los reformistas demócratas de todos los países deben alzar su voz, conforme a su propia tradición, pero con el apoyo expreso y eficaz de la fraternidad militante de sus conciudadanos del resto del mundo. Del ejercicio cotidiano de la laicidad en los templos masónicos ha de surgir una defensa desacomplejada de la laicidad en la Ciudad, ¡de una laicidad que no se sienta obligada a pedir disculpas!
Nótese que la laicidad es compatible con las religiones, si éstas aceptan su sujeción al ordenamiento jurídico democrático, mientras que las religiones son, a veces, demasiadas veces, una amenaza para las instituciones laicas y aun para sus propios disidentes. La laicidad –que se inscribe en la lista de los valores femeninos que he querido reivindicar hoy- construye un espacio público en el que todos son iguales, lo que permite a cada uno ejercer su desigualdad.
La laicidad no es ni una religión más ni una opción materialista, pero tampoco debe confundirse con la mera aconfesionalidad o neutralidad de las instituciones públicas. La laicidad sí constituye una ética civil, universalista e independiente de cualquier confesión o ideología. La laicidad está pedagógicamente abierta a todas las aportaciones culturales, religiosas, filosóficas y científicas que sean capaces de desarrollar una reflexión crítica y comparada y de esta forma resulten compatibles con las exigencias de una ciudadanía informada y responsable. La reducción de la laicidad a un marco político neutral de coexistencia entre las religiones 21 convierte en imposible el objetivo de garantizar tal coexistencia pacífica. Esta última requiere un activismo laico que produzca una relativización parcial del valor que cada confesión religiosa otorga a sus costumbres, reglas morales y creencias, de tal manera que unas confesiones dejen margen a las otras. Éste es el verdadero sentido del derecho al espacio público, que no es un lugar vacío, de anomía, sino que ha de configurarse mediante un sistema de valores de tolerancia, de libertad y de pluralismo, comunes al conjunto de la república, conciliables con los principales valores éticos y espirituales de las distintas culturas y religiones 22. Lo cual sólo acontecerá en la medida en que tales valores hayan aceptado disminuir razonablemente su intensidad para no chocar
violentamente con los valores de las demás opciones religiosas y filosóficas. Únicamente así, mediante el mantenimiento de una tensión democrática sobre las confesiones y mediante el alejamiento de éstas de la escuela, que ha de defenderse como un “lugar sagrado”, puede construirse la república 23 .
La laicidad permite que la espiritualidad del ser humano se desarrolle con plenitud, una espiritualidad que –aherrojada por el dogma de las religiones- renace en las almas libres que buscan la belleza. Como señaló Friedrich von Schiller, sólo a través del umbral de la belleza puede penetrarse en el reino del conocimiento y lo que concebimos aquí como belleza descubriremos un día que es la verdad 24.
1 Cfr. RUSSELL, Bertrand: Historia de la Filosofía occidental, Espasa-Calpe, Madrid, 1971, vol. I, págs. 24-81, passim.
2 Cfr. VANEIGEM, Raoul: La rèsistance au christianisme, Fayard, 1993, págs. 285-296, passim.
3 Cfr. PAGELS, Elaine: Los evangelios gnósticos, Crítica, Barcelona, 1981 (2ª edición), págs. 91-115, passim.
4 Un capuchino heterodoxo, socialista y antifascista, Jordi Llimona, me decía cuando le entrevisté en 1999 para Espai de Llibertat [editada por la Fundación Ferrer], Dios es más madre que padre...
5 Jaime de ANDRADE –seudónimo del General FRANCO-, acaba su novela o guión para película Raza [Madrid, 1942] con estas palabras: ... los almogávares, que en nuestra historia fueron la expresión más alta del valor de la raza: la flor de los pueblos del Norte, lo más heroico de la legión romana, lo más noble y guerrero de las estirpes árabes, fundido en el manantial inagotable de nuestra raza ibera. No olvides que cuando en España surge un voluntario para el sacrificio, un héroe para la batalla o un visionario para la aventura, hay siempre en él un almogávar.
6 Grabado conservado en la Biblioteca Nacional, reproducido por ÁLVAREZ JUNCO, José: Mater dolorosa ,
Taurus, Madrid, 2001 [pág. 11 del encarte documental entre las páginas 360 y 361 ].
7 Cfr. RODRIGO, Antonina: Mariana de Pineda, Plaza & Janés, Barcelona, 1984, págs. 109 y 153-159.
8 Pausanias, 1, c.2.
9 Para mí Averroes no es, como se dice a menudo, el precursor de Tomás de Aquino, sino, precisamente, su
primer contradictor, con un siglo de anticipación.
10 Cfr. RUSSELL, Bertrand: Historia de la filosofía occidental, Espasa-Calpe, Madrid, 1971, vol. II, pág. 46.
11 Cfr. RUSSELL, Bertrand: Op. cit., pág. 47.
12 Cfr. KÜNG, Hans: El judaísmo, Círculo de Lectores, Barcelona, 1993, pág. 203.
13 Aunque el concepto muerte de Dios merece prestarle una atención suficiente.
14 Cfr. JIMÉNEZ LOZANO, José: Los cementerios civiles y la heterodoxia española, Taurus, Madrid, 1978,
pág. 258 (nota 23).
15 Citado por MUNCK, Thomas: Historia social de la Ilustración, Crítica, Barcelona, 2001, págs. 309-310.
16 Cfr. SÁNCHEZ FERRÈ, Pere: La maçoneria a Catalunya (1868-1936), Edicions 62, Barcelona, 1990, Págs..
147-176, passim.
17 Cfr. Officinae, EDIMAI, septiembre de 1990, nº 3, págs. 26-27.
18 Cfr. Delta, GLSE, abril de 1996, nº 31, págs. 9-10.
19 GLICK, Carl (ed.): A Treasury of Masonic thought, Robert Hale, London, 1987, pág. 141.
20 MACHADO, Antonio: Juan de Mairena, Losada, Buenos Aires, 1957, Tomo I, pág. 16.
21 Que, a veces, parece defender mi buen amigo Javier OTAOLA [cfr. “La laicidad francesa vista por una mirada
extranjera”, en Laicidad, espiritualidades en la ciudad, Ville de Perpignan, 2004, págs. 59-65, passim], por
ejemplo al intentar defender “la pretensión de los creyentes de no dejarse reducir a vivir como tales al fondo de
las sacristías”, cuando nadie en Europa ha pretendido hacer tal cosa... Reconozco, en cualquier caso, que
OTAOLA va más allá de la neutralidad, cuando define la laicidad como una fórmula de mediación y de creación
de un espacio libre para la poesía, la inspiración personal o la religión. Estamos de acuerdo, porque la mediación
forma parte del activismo laico necesario para la construcción de la Ciudad. Pero no comparto, entre otras, su
opinión de que el problema del concordato se haya superado en España por la vía de los convenios, porque la
Iglesia Católica Romana sigue rigiendo sus relaciones con el Estado mediante acuerdos que tienen la naturaleza
jurídica de concordato o tratado internacional, a diferencia de lo que ocurre con las demás confesiones.
22 Cfr. SALICETI, Claude: Humanisme, franc-maçonnerie et spiritualité, PUF, París, 1997, págs. 63-68 passim.
23 Cfr. BERESNIAK, Daniel: La laicité, Grancher, París, 1990, págs. 85-88.
24 Cfr. GLICK, Carl (ed.), op. cit., pág. 112.
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