24 septiembre, 2005

La Francmasonería, institución esencialmente filantrópica, filosófica y progresista, tiene por objeto la búsqueda de la verdad, el estudio de la ética y la practica de la solidaridad; y trabaja por el mejoramiento material y moral de la humanidad. Tiene como principio la tolerancia mutua, el respecto a los demás y de uno mismo, y la absoluta libertad de conciencia. Considerando que las condiciones metafísicas y religiosas son del dominio exclusivo de la apreciación de cada individuo rechaza cualquier afirmación dogmática.
Tiene por divisa: Libertad, Igualdad, Fraternidad.
Cada Francmasón interpretará la invocación al Gran Arquitecto del Universo según le dicte su conciencia con el mayor respeto hacia las diferentes interpretaciones y hacia los Hermanos que las sustentan.

ART.-2
La Francmasonería tiene como deber extender hacia todos los componentes de la humanidad los lazos fraternales que unen a los Francmasones esparcidos por toda la superficie de la Tierra.
Recomienda a sus miembros propagar sus ideales a través del ejemplo, la palabra y los escritos manteniendo en todo momento la necesaria discreción sobre los asuntos internos.

ART.-3
Es deber de un Francmasón, en todo momento, ayudar, ilustrar y proteger a su hermano y defenderle contra cualquier injusticia.

ART.-4
La Francmasonería considera al Trabajo como uno de los deberes esenciales del hombre y honra igual el trabajo manual que el intelectual.

ART.-5
La Francmasonería tiene signos y emblemas de alto significado simbólico que sólo pueden ser revelados por la Iniciación.
Estos símbolos presiden, en las formas determinadas por los Ritos, los trabajos de los Francmasones y les permiten reconocerse y ayudarse por toda la superficie de la Tierra.
La Francmasonería no impone ninguna interpretación dogmática de estos símbolos.



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Resurgir de la masonería
Después de más de dos siglos de historia y de haber ejercido influencia en algunas épocas de la vida política del país, la masonería intenta resurgir. Catorce presidentes argentinos fueron masones desde Bernardino Rivadavia: Vicente López y Planes, Justo José de Urquiza, Santiago Derqui, Bartolomé Mitre, hasta Hipólito Yrigoyen y Agustín P. Justo entre otros.
La cantidad de integrantes en la actualidad creció un 55% en los últimos seis años, pasando de los 5.800 miembros de 1999 a los 9.000 actuales, según datos de la Gran Logia de la Argentina de Libres y Aceptados Masones, asociación que agrupa a las logias masculinas. Con el lema "libertad, igualdad, fraternidad", heredado de la Revolución Francesa, hay 120 logias funcionando en el país. El crecimiento coincide con una política de apertura hacia la sociedad, que se da en el nivel mundial, para recuperar la presencia que tuvo en otra época, pero ahora más pluralista y disminuyendo su anticlericalismo. Hoy, dicen que la relación es de convivencia y que aceptan todas las religiones, con excepción de los fundamentalismos.
El símbolo de la escuadra y el compás, con el que se identifican, hace referencia a la palabra masón, que en latín significa albañil, y al surgimiento de esta asociación, que nació en el siglo X, en Europa, como una sociedad integrada por constructores que guardaban celosamente los secretos del oficio. En el siglo XVIII, las logias estaban constituidas por intelectuales, en su mayoría anticlericales, que debatían sobre filosofía y política y, en algunos períodos, funcionaron clandestinamente porque eran perseguidas. En 1717, surgió en Gran Bretaña la primera Gran Logia Masónica. De la mano de inmigrantes europeos se difundió la masonería en América del Sur y la logia Independencia en 1795, fue la primera en territorio argentino. Sólo en 1857 se creó la Gran Logia Argentina. "Ser hombre libre y de buenas costumbres", mayor de 21 años o de 18, si es hijo de masón; poseer "inteligencia y cultura necesaria para comprender y practicar virtudes masónicas" y "contar con medios de subsistencia para sufragar sus necesidades" son requisitos indispensables para ser masón.
El Vaticano se expidió el 26 de noviembre de 1983, sosteniendo que se mantiene inmutable el juicio negativo de la Iglesia Católica respecto a las asociaciones masónicas, ya que sus principios han sido considerados siempre inconciliables con la doctrina de aquella institución y por ello la adscripción a las mismas permanece prohibida para los católicos.
http://www.totalnews.com.ar/detalle_noticia.asp?cod_noticia=5265