18 septiembre, 2010

"La Masoneria: cara y cruz" de José Menéndez-Manjón y Frank G. Rubio

Por primera vez, en un mismo libro se enfrentan un defensor y un crítico de la Masonería. Argumentos, datos y hechos expuestos en un «debate civilizado» que sólo busca la verdad.

Casi todo el mundo –o, mejor dicho, todo el mundo- tiene una opinión sobre la Masonería: es buena, es mala, es inofensiva, es poderosa, es filantrópica, es anticristiana, es tolerante, es perversa, es conspiradora, es de derechas como Bush, es de izquierdas como Zapatero…

El secreto sobre sus miembros y sus ritos, en ocasiones estrafalarios, aumentan el interés del público. Los masones han participado en golpes de Estado, revoluciones y asesinatos. También han sido perseguidos por Hitler y por Stalin. El general Franco detestaba a los masones, pero su hermano Ramón fue masón. En la guerra española hubo masones en los dos bandos, y en los dos bandos hubo muertos miembros de la hermandad. Se dice que era masón el presidente socialista Salvador Allende y también el general Pinochet. Los hay en ministerios desde Sierra Leona y Haití a Francia y Estados Unidos. En Inglaterra y Gales los jueces deben declarar su pertenencia a la Masonería. En resumen, las noticias y los rumores sobre los masones son inabarcables.

Constantemente se publican libros a favor o en contra de la Masonería. La Masonería: cara y cruz tiene la peculiaridad de que enfrenta a dos autores, uno favorable y otro contrario a la Orden, de modo que los abundantes lectores pueden encontrar argumentos y datos sobre cada opinión y encontrar lo que más les satisfaga.


Los dos autores, un historiador y un estudioso del esoterismo, exponen los orígenes de la Masonería, sus hechos más notables, tanto positivos como negativos, sus creencias, los últimos descubrimientos al respecto y cuántas masonerías existen. Cada uno de ellos expone su versión y al final se enfrentan en una entrevista.

Todos los interesados en la Masonería encontrarán en este libro razones para comprarlo y para meditarlo.

José Menéndez-Manjón (Madrid, 1966) es licenciado por la Universidad Complutense y profesor de historia en un instituto de la provincia de Badajoz. Ha colaborado en diversos medios como las revistas Generación XXI y Visionarios.

Frank G. Rubio (Madrid, 1956) se ha dedicado al estudio de las ciencias ocultas, el esoterismo y los grandes misterios históricos. Ha escrito El libro de Satán (Temas de Hoy) y ha hecho la antología del ocultista Alisteir Crowley El Continente Perdido y otros ensayos (Valdemar).


Fuente:
http://www.religionenlibertad.com/articulo.asp?idarticulo=10937

Masones celebran 125 años en Puerto Rico

Por Inter News Service

Para conmemorar su aniversario celebrarán diferentes actividades educativas y culturales del 18 al 24 de septiembre


San Juan- La Gran Logia Soberana de Libres y Aceptados Masones de Puerto Rico celebrará su aniversario 125 realizando diferentes actividades educativas y culturales del 18 al 24 de septiembre próximos, se informó hoy.

El domingo, 19 de septiembre, se develará una tarja en memoria de Santiago R. Palmer en la Plaza de Recreo de Caguas, a las 10:00 de la mañana.

En el 1906, el Consejo Municipal (hoy Legislatura Municipal) de la Ciudad del Turabo aprobó una resolución designando con el nombre del insigne patriota el entonces llamado “Parque Central” de Caguas.

Además de la referida actividad, la centenaria institución fraternal desarrollará alrededor de la Isla durante el citado periodo un programa de conciertos, charlas, exhibiciones, paradas y reconocimientos, abierto al público en general.

“Nuestro interés es que el pueblo puertorriqueño conozca más a fondo los principios, filosofía e historial de servicio de nuestra Orden, particularmente en momentos donde la intolerancia y el egoísmo afectan muchas de las interacciones entre los diferentes sectores de nuestra sociedad”, señaló el Gran Maestro de los masones en Puerto Rico, Rafael Acosta.

“Queremos que la gente sepa cómo pueden integrar el mensaje de Libertad, Igualdad y Fraternidad de la Masonería en su diario vivir”, añadió.

Fundada por el prócer Santiago R. Palmer en el 1885, la Gran Logia Soberana de Libres y Aceptados Masones de Puerto Rico es una de las instituciones fraternales y filantrópicas más antiguas de la Isla.

Anualmente, tanto la Gran Logia Soberana como las logias bajo su jurisdicción efectúan diferentes actividades culturales y de servicios comunitarios, las cuales impactan a miles de puertorriqueños.

Entre las figuras destacadas de la historia de Puerto Rico que han sido masones se encuentran, además de Palmer, Rosendo Matienzo Cintrón, José de Diego, Luis Muñoz Rivera, José Celso Barbosa, Ramón Emeterio Betances, Eugenio María de Hostos, Antonio R. Barceló, José González Ginorio, Alejandro Tapia, Rafael Quiñones Vidal, Antonio Fernós Isern e Hipólito Marcano.


Fuente:
http://www.elnuevodia.com/masonescelebran125anosenpuertorico-781612.html

17 septiembre, 2010

Paloma Martínez Lasierra: La masonería ni se mete en política ni es anticlerical

«La iniciación y el ritual son lo más importante en masonería, pues si buscáramos sólo la solidaridad externa podríamos ser cualquier ONG. Trabajamos para una espiritualidad laica»

Entre lo del «contubernio» y la imprecación de «rojo masón», aún cargan ustedes con muchas etiquetas.
-Que perduran, y de qué manera. Y es curioso, porque gente joven que no tiene ni idea de la masonería aún carga con el prejuicio de que se trata de algo horroroso. Y eso que no son de la generación de mis padres ni de la mía, que mamamos esos ataques constantes...
-Quizá porque en pleno siglo XXI resulta fácil de entender su veta filantrópica (defensa de la igualdad y de la tolerancia), pero difícil no recelar de lo de la «iniciación» y el ritual, tan críptico.
-Pues es lo más importante en la masonería. Es el aspecto de la espiritualidad. El camino iniciático del ritual nos sirve para la mejora personal y para aprender a escuchar. Así cada uno contribuye a construir el Gran Templo de la Humanidad. Si nuestro objetivo fuera sólo la solidaridad externa, podríamos ser cualquier ONG, nada nos distinguiría.
-Cuénteme cómo se desarrolla ese ritual.
-Es muy fácil. En una tenida reunión de masones vamos más allá de lo que de otra manera sería una simple tertulia gracias al método, que es un ritual para conseguir un determinado clima en el que lo que van a decir los demás no se escucha de la misma manera que si estuviéramos en una tertulia. Hay un profundo respeto a la palabra del otro. En nuestras tenidas, nosotros hablamos de «dejar los metales fuera». Si traes preocupaciones porque has tenido un mal día, has de dejarlos en la puerta.
-¿Qué se cuece en una logia?
-La logia es un espacio simbólico y altamente jerarquizado en el que a cada miembro se le asigna una tarea. Cuando alguien está en el uso de la palabra, no se le puede interrumpir. Los aprendices, durante un año, sólo escuchan y no intervienen. Trabajamos sobre símbolos porque el hombre los ha utilizado desde siempre, ya que expresan lo que somos incapaces de poner en palabras. Y cada símbolo no tiene por qué significar lo mismo para todos porque para nosotros no hay dogma.
-Pero sí hay ramas masónicas dogmáticas.
-La otra gran corriente de la masonería defiende el dogma de la creencia en la divinidad. Nosotros no tenemos absolutamente ningún dogma. Para nosotros está la razón primero y antes que nada, pero eso no quiere decir que en nuestras logias sólo entre gente que sea adogmática o atea. Para nada. Somos absolutamente respetuosos.
-Por razones históricas, en España se asocia masonería a anticlericalismo.
-La masonería no es así. Queremos que creyentes, agnósticos y ateos trabajemos juntos por una espiritualidad laica.
-Y han promovido ustedes un «manifiesto laico» que cuestiona el convenio Iglesia-Estado.
-Pero eso no es anticlericalismo. Fíjate que en Francia en 1905 es el momento en el que se separan la Iglesia y el Estado. Ahora se dice «qué problema el de los musulmanes», al ver que una religión hace política. Por eso pedimos que la religión se quede en su ámbito, que es el privado. Con lo cual no es que no queramos que la Iglesia esté. Para nada. Pero sí que estén donde les corresponde.
-Sus «liturgias», sin embargo, suenan a mecanismo sustitutivo de la religión.
-No. Porque las personas hacemos rituales todos los días, nos facilitan la existencia. Para nada hay que ligar el ritual a la religión.
-¿Cuántos masones hay ahora en nuestro país?
-Dos mil y pico. Cerca de tres mil si tenemos en cuenta a los jubilados ingleses... Estamos en un periodo de reconstrucción. La masonería no se ha llevado bien con las dictaduras (ni de derechas ni de izquierdas) y la represión franquista sobre los masones fue brutal. Porque trufar una sociedad de conciencias libres es muy peligroso para los dictadores. No les gusta que sea una conciencia libre ni el profesor de escuela ni el zapatero de la esquina...
-¿Y el Zapatero de La Moncloa gasta mandil?
-Zapatero no es masón. Lo dicen para alimentar el tradicional morbo de la relación entre la masonería y el poder, cuando en la masonería liberal la participación en política no está entre nuestros objetivos y en una misma logia puede haber masones del PP, del PSOE o de CiU. Y hay un dato histórico: jamás una logia ni una federación de masones se ha presentado a unas elecciones.



Fuente: http://www.abc.es/20100917/contraportada/paloma-martinez-lasierra-masoneria-20100917.html

13 septiembre, 2010

Sarmiento y la Masonería

Mucho se habla y muy poco se conoce sobre qué es la Masonería. No menos discutida es la relación de los próceres argentinos y latinoamericanos con esa Institución.

Para los no iniciados, hay que decir brevemente que la Masonería se define como “una sociedad fraternal”, cuyas raíces se hunden en la noche de la historia. Este tipo de sociedades ya se conocían en Egipto, en Grecia y hasta en la Roma de los Césares. Eran iniciáticas, ritualistas, graduales (con grados), simbólicas y herméticas.
Brevemente dicho, esto quiere decir que el ingreso a las mismas se hacía mediante un rito de iniciación y según el grado (de allí graduales). La Masonería se basa en reglas de la construcción, por eso sus símbolos más representativos son la regla y la plomada. Fueron los constructores de las grandes catedrales medioevales que se agrupaban en logias o círculos cerrados (herméticos) que guardaban celosamente el secreto de cómo levantaban esos edificios.
Pasado ese tiempo (Medioevo), las logias se convirtieron en simbólica, esto es, dedicadas a levantar el Gran Templo Moral. A partir de esa conversión, las logias trabajan en tres niveles: Aprendiz, Compañero y Maestro. Entre estos últimos, existen grados de perfeccionamiento, y en el caso de Latinoamérica donde el rito más difundido es el Escosés Antiguo y Aceptado, el grado más alto es el 33.
Si bien este resumen adolece de más y profundas consideraciones, basta para ubicar al lego en la cuestión y avanzar en lo que es la médula de este artículo, tal es la relación de los hombres de la historia con la Masonería; auscultación siempre excesivamente pretendida. Pero se tiene generalmente por aceptado que en su mayoría pertenecieron a la Gran Logia de la Argentina, fundada en 1857, y cuyo primer Gran Maestro fue el Dr. Roque Pérez. Desde Urquiza, se dice que catorce presidentes formaron en esa Logia, de los cuales cuatro (Pellegrini, Mitre, Sarmiento y el propio Urquiza) ostentaron el grado de Gran Maestro. Sólo Mitre llegó a ser además Gran Comendador. Domingo Faustino Sarmiento alcanzó el grado 33, pero el cargo de Gran Comendador.
La historiadora Patricia Pasquali, en un lúcido trabajo, menciona el ingreso de Sarmiento en la Orden en 1854 durante su estancia en Chile, en la Logia Unión Fraternal, para luego suscribirse a la Unión del Plata Nº 1, donde ejercía como Orador. Dice Pasquali que luego “el sanjuanino ostentaba el grado 14 o Rosacruz, a nombre de la Logia Confraternidad Argentina Nº 2, al primer Soberano Gran Comendador y Gran Maestre del flamante Oriente Argentino, Dr. José Roque Pérez, en la que identifica a la "moderna caridad masónica" con la propagación de la educación; su posterior ascenso al grado 33 junto con Mitre, Derqui, Urquiza y Gelly y Obes”.
En ocasión del viaje de Sarmiento a los Estados Unidos en 1864, recibe el nombramiento de Representante ante los Supremos Consejos y Grandes Logias para la celebración de tratados de amistad y reconocimiento, que le vale el establecimiento de influyentes contactos con personalidades notables, incluyendo el obsequio de una condecoración masónica de parte del Presidente Johson.
Si bien el derrotero masónico de Sarmiento es más largo y profuso, únicamente consignaremos en el presente su conocido discurso pronunciado durante el banquete que los hermanos masones le ofrecieran con motivo de su asenso a la Presidencia de la República, el 29 de setiembre de 1868, cuyos párrafos más salientes son los siguientes, y bastan para dejar en claro tanto su relación con la Orden como los fines de la Institución. Dijo Sarmiento entonces:
“Al manifestar mi profunda gratitud por el sentimiento que nos reúne aquí hoy día, para darme pública muestra de simpatías, me creo en el deber de expresar francamente mi respeto, mi adhesión a los vínculos que nos reúnen a todos en nuestra sociedad de hermanos.
Llamado por el voto de los pueblos a desempeñar la primera magistratura de una República, que es por mayoría de culto católico, necesito tranquilizar a los timoratos que ven en nuestra institución una amenaza a las creencias religiosas.
Si la masonería ha sido instituida para destruir el culto católico, desde ahora declaro que yo no soy masón.
Declaro, además, que habiendo sido elevado a los más altos grados conjuntamente con mis hermanos los generales Mitre y Urquiza, por el voto unánime del Consejo de Venerables Hermanos, si tales designios se ocultan, aun a los más altos grados de la masonería, esta es la ocasión de manifestar que, o hemos sido engañados miserablemente, o no existen tales designios, ni tales propósitos. Y yo afirmo solemnemente, que no existen, porque no han podido existir, porque los desmiente la composición misma de esta grande y universal confraternidad.
Hay millones de masones protestantes y si el designio de la institución fuera atacar las creencias religiosas, esos millones de protestantes estarían conspirando contra el protestantismo y a favor por tanto, del catolicismo, de cuya comunidad están separados.
No debo disimular que S.S. el Sumo Pontífice se ha pronunciado en contra de estas sociedades. Con el debido respeto a las opiniones del Jefe de la Iglesia, debo hacer ciertas salvedades que tranquilizarán los espíritus.
Hay muchos puntos que no son de dogma, en que sin dejar de ser apostólicos romanos, los pueblos y los gobiernos cristianos pueden diferir de opiniones con la Santa Sede. Citaré algunos.
En el famoso Syllabus, S.S. declaró que no reconocía como doctrina sana ni principio legítimo, la soberanía popular.
Bien. Si hemos de aceptar esta doctrina papal, nosotros pertenecemos de derecho a la Corona de España.
Pero tranquilizaos. Podemos ser cristianos y muy católicos, teniendo por base de nuestro gobierno la soberanía popular.
El Syllabus se declara abiertamente contra la libertad de conciencia y la libertad del pensamiento humano. Pero el que redactó el Syllabus se guardaría muy bien de excomulgar de la comunidad católica a las naciones cuyas instituciones están fundadas sobre la libertad del pensamiento humano, por miedo de quedarse solo en el mundo con el Syllabus en la mano.
Por lo que a nosotros respecta, tenemos por fortuna el Patronato de las iglesias de América que hace al Jefe de Estado tutor, curador y defensor de los cristianos que están bajo el imperio de nuestras leyes, contra toda imposición que no esté de acuerdo con nuestras instituciones fundamentales.
El presidente de la República debe ser, por la Constitución, católico, apostólico, romano, como el rey de Inglaterra debe ser protestante, católico, anglicano. Este requisito impone a ambos gobiernos sostener el culto respectivo y proceder lealmente para favorecerlo en todos sus legítimos objetos. Este será mi deber, y lo llenaré cumplidamente.
(…)
La libertad de conciencia es no sólo declarada piedra angular de nuestra Constitución, sino que es una de las más grandes conquistas de la especie humana. Digo más, la grande conquista por excelencia, pues de ella emana la emancipación del pensamiento que ha sometido las leyes de la creación al dominio del hombre.
Hay más todavía. El gobierno civil se ha instituido para asegurar el libre desarrollo de las facultades humanas, para dar tiempo a que la razón pública se desenvuelva y corrija sus errores a fin de que la utopía de hoy, sea la realidad de mañana. Si por tanto, hay una minoría de la población, y digo más, un solo hombre, que difiera honradamente y sinceramente del sentimiento de la mayoría, el derecho lo protege, con tal que no pretenda violar las leyes, sino modificarlas, modificando la opinión de los encargados constitucionalmente de hacerlas, pues para ese fin, para la protección de su pensamiento se ha construido el edificio de la Constitución; porque para él son las garantías establecidas por esa Constitución.
(…)
¿Habrá de decirse, como algunos piensan, que esta asociación fue útil en la Edad Media, para defenderse contra las tiranías y superflua hoy, que la libertad garante todas las aspiraciones legítimas? Pero aún quedan dividiendo a los hombres, la tiranía de las lenguas diversas que les impiden comunicarse, la tiranía de las creencias diversas que los extrañan entre sí; la tiranía de las nacionalidades que los agrupan en campos hostiles; la tiranía de las opiniones y de los partidos que los hacen pueblos distintos en un mismo pueblo; y mientras tanto, en Inglaterra o en Entre Ríos, a un protestante, o a un cuákero, al francés o al italiano, al unitario o al federal, no se necesita más que aventurar un apretón de manos, para hacerse comprender simpáticamente, si no habla nuestra lengua; hacerse tolerar, si no creemos todo lo que él cree; hacer al menos que no nos ahorque, si no somos del mismo partido. ¿Es mala una institución semejante?
Y veamos sus efectos en nuestra vida íntima.
¿Era falso el dinero que los masones mandaron a Mendoza, en auxilio de los que escaparon del temblor? Son ineficaces sus esfuerzos, sus caridades, para remediar cuanta dolencia, cuanta miseria aflige a los desvalidos? ¿No merecen ni gratitud, ni estimación estos socorros? Y sin embargo, el Evangelio ha establecido expresamente lo contrario en la sublime parábola del Samaritano. El Samaritano, si no era el protestante del judaísmo, convendrán nuestros detractores, porque nosotros no lo aceptamos nunca, que los masones son los Samaritanos del Evangelio, de quien por su caridad era, según la palabra de Jesús, el prójimo la humanidad. Estos son los beneficios exteriores de la masonería.
(…)
Ella ha enseñado a ejercer la caridad que esta prescripta por el Divino Maestro, pero limitada a función sacerdotal. La masonería en esto realizaba el espíritu y el fundamento del cristianismo: “Amad al prójimo, como a ti mismo”.
Los masones profesan el amor al prójimo, sin distinción de nacionalidad, de creencias y de gobierno, y practican lo que profesan en toda ocasión y lugar.
Hechas estas manifestaciones, para que no se crea que disimulo mis creencias, tengo el deber de anunciar a mis hermanos, que de hoy en adelante, me considero desligado de toda práctica o sujeción a estas sociedades.
Llamado a desempeñar altas funciones públicas, ningún motivo personal ha de desviarme del cumplimiento de los deberes que me son impuestos; simple ciudadano, volveré un día a ayudaros en vuestras filantrópicas tareas, esperando desde ahora que por los beneficios hechos, habréis continuado conquistando la estimación pública; y por vuestra abstención de tomar como corporación parte de las cuestiones políticas o religiosas que concurrieren, logréis disipar las preocupaciones de los que por no conocer vuestros estatutos, no os consideran como el más firme apoyo de los buenos gobiernos, el más saludable ejemplo de la práctica de las virtudes cristianas, y los más caritativos amigos del que sufre.



Por Joaquín Achával


Fuente: http://www.elintransigente.com/notas/2010/9/10/sarmiento-masoneria-55189.asp

Homenaje a Domingo Faustino Sarmiento por la masonería argentina

Capital Federal - El día de mañana, sábado 11/09, dia muy caro al sentimiento masónico, ya que se conmemora la muerte de quien fuera un activo masón Domingo F. Sarmiento.

Por la mañana, a las 11 AM, el Gran Maestre de la masonería argentina Angel Jorge Clavero y su comitiva, rendirán homenaje al Domingo Faustino Sarmiento en un evento que posee un gran simbolismo, al pie del monumento erigido en su nombre, que se ubica en el Parque 3 de Febrero de la Ciudad Autónoma de Bs As, ubicado en la intersección de las calles: Avda Sarmiento entre Avda. del Libertador y Avda. Figueroa Alcorta, Palermo.
Luego, por la tarde, el Supremo Consejo Grado 33 para la República Argentina, organizará a las 19 horas en ámbitos de la sede central sita en la calle Presidente Perón 1242, y con motivo del cierre de la 10ma Convención Escocista, a la conferencia que brindará la Profesora Ema Cibotti, bajo el titulo "Juana Manso toma la palabra". En esta instancia se le entregará a la Señora Cibotti la Orden al Mérito.
La orquesta de Cámara Sibelius, coronorá el evento, interpretando distintas piezas.


Reseña biográfica de Domingo Faustino Sarmiento (San Juan, Argentina, 15 de febrero de 1811 – Asunción del Paraguay, Paraguay, 11 de septiembre de 1888) fue un político, pedagogo, escritor, docente, periodista y militar argentino; gobernador de la Provincia de San Juan entre 1862 y 1864, Senador Nacional por su Provincia entre 1874 y 1879 y presidente de la Nación Argentina entre 1868 y 1874.
Se destacó tanto por su laboriosa lucha en la educación pública como a contribuir al progreso científico y cultural de su país. En 1947 la Conferencia Interamericana de Educación estableció como Día Panamericano del Maestro al 11 de septiembre en homenaje a su fallecimiento.

Trayectoria
Sarmiento nació el 15 de febrero de 1811 en el Carrascal, uno de los barrios más pobres de la ciudad de San Juan, hijo de José Clemente Quiroga Sarmiento y Ana Paula Albarracín. Los primeros "maestros" de Domingo fueron su padre y su tío José Eufrasio Quiroga Sarmiento, quienes le enseñaron a leer a los cuatro años. En 1816, ingresó a una de las llamadas "Escuelas de la Patria", fundadas por los gobiernos de la Revolución, donde tuvo como educadores a los hermanos Ignacio y José Rodríguez, éstos sí maestros profesionales casa, en la ciudad de San Juan capital de la provincia homónima. Su verdadero nombre era Faustino Valentín Sarmiento. Según algunas fuentes[1] el nombre Domingo se le adjudicó sucesivamente aunque no figuraba en su partida de nacimiento. Cuando tenía 5 años ya sabía leer y escribir y a los 15 años ya era maestro. Entre 1815 y 1821 cursa estudios en la Escuela de la Patria de su ciudad natal; finalizados éstos viaja con su padre a la ciudad de Córdoba a cursar el seminario pero no le es concedida una beca. En 1823, luego de tratar vanamente de ingresar al Colegio de Ciencias Morales en Buenos Aires, trabaja como asistente del ingeniero Victor Barreau en la Oficina de Topografía de San Juan. Ese mismo año su tío José de Oro es desterrado a San Francisco del Monte, actualmente San Francisco del Monte de Oro (en homenaje al rebelde fraile y maestro) y él lo acompaña.
En 1827 es reclutado dentro del ejército federal. Según sus relatos, Sarmiento, como alférez de milicia debía realizar tareas que lo incomodaban. Presenta un reclamo y es citado por el gobernador Manuel Quiroga; durante la reunión Sarmiento pide ser tratado con equidad, pero esto es tomado como un desacato y es enviado a prisión. Debido a éste, y a otros enfrentamientos personales con integrantes del ejército federal, decide abrazar la causa unitaria y se incorpora al ejército comandado por José María Paz.

Exilios
Debido a la victoria federal en su provincia, en 1831 se ve obligado a emigrar hacia Chile, donde realiza distintas actividades para subsistir. Durante este tiempo trabajaba como profesor en una escuela de la provincia de Los Andes, donde tuvo con una alumna - María Jesús del Canto, con quien nunca se casó - a su única hija Ana Faustina Sarmiento, quien más tarde será madre de Augusto Belín. En 1836, mientras se desempeña como minero, contrae fiebre tifoidea y, a pedido de su familia, el entonces gobernador de San Juan, Nazario Benavídez, le permite volver a la Argentina.
De regreso en su ciudad natal, forma parte de la Sociedad Dramática Filarmónica, y luego funda la Sociedad Literaria (1838), filial de la Asociación de Mayo; comienza a participar de actividades artísticas, teniendo contacto con la Generación de 1837 y retoma la actividad política. De hecho la sede del grupo artístico del que forma parte es utilizado como centro de reunión de quienes se oponían a Juan Manuel de Rosas, por entonces gobernador de Buenos Aires y encargado de las Relaciones Exteriores de Argentina.
En 1839 funda el Colegio de Pensionistas de Santa Rosa, un instituto secundario para señoritas, y crea el periódico El Zonda, desde el cual dirige duras críticas al gobierno. Debido a sus constantes ataques al gobierno federal, el 18 de noviembre de 1840 es apresado y nuevamente obligado a exiliarse hacia Chile.
Nuevamente en Chile se dedica de lleno a la actividad cultural. Escribe para los periódicos El Mercurio, El Heraldo Nacional y El Nacional; y funda El Progreso. En 1842 es designado por el entonces Ministro de Instrucción Pública, Manuel Montt Torres, para dirigir la Escuela Normal de Preceptores, la primera institución latinoamericana especializada en preparar maestros. También impulsa el romanticismo, llegando a polemizar con Andrés Bello. Su labor como pedagogo es reconocida por la Universidad de Chile nombrándolo miembro fundador de la Facultad de Filosofía y Humanidades; y en 1845 el presidente Manuel Montt Torres le encomienda la tarea de estudiar los sistemas educativos de Europa y Estados Unidos.
Durante su paso por Francia aprovechó para encontrarse con José de San Martín que vivía exiliado por propia voluntad en su residencia de Grand Bourg.
Una vez finalizado su viaje por el mundo, en 1848 se casa con Benita Martínez Pastoriza, viuda de su amigo Domingo Castro y Calvo, y adopta al hijo de estos, Domingo Fidel ("Dominguito"); y se instala en el barrio Yungay de la ciudad de Santiago. Durante un año se dedica de lleno a escribir, y fruto de ello son Viajes por Europa, África y América, en el cual escribe sobre lo observado en sus viajes, y Educación popular, donde transcribe gran parte de su pensamiento educativo, y su proyecto de educación pública, gratuita y laica.
Al año siguiente se separa de su esposa para luego volver con Dominguito a la Argentina.

Su hijo adoptivo Dominguito
En medio de su larga vida, se destaca el joven Dominguito Fidel Sarmiento, conocido popularmente como Dominguito. Nació en Chile en 1845, siendo hijo de Domingo Castro y Calvo y Benita Martínez Pastoriza. Su nombre original era Domingo Fidel Castro y siendo muy pequeño muere su padre. Su madre se casa con un también viudo procedente de Argentina, Domingo Faustino Sarmiento quien lo adoptó en 1848. A los cuatro años aprendió a leer. En su país natal cursó estudios primarios y terminó el bachillerato en Argentina. Al estallar la Guerra de la Triple Alianza, Dominguito decide alistarse en el ejército argentino pese a la oposición de su madre. Participó con el grado de capitán del dicho ejército.
En septiembre de 1866, Dominguito es herido en la batalla de Curupayty y muere a los 21 años de edad. Sarmiento desempeñaba entonces el cargo de ministro plenipotenciario de la Argentina en Estados Unidos. Allí recibió la noticia de la muerte de su querido hijo adoptivo por medio de los enviados especiales de Bartolomé Mitre y al enterarse cayó en una profunda depresión.
Poco tiempo después Sarmiento renuncia al cargo diplomático y emprende el regreso a Buenos Aires. Ya en la capital argentina, se dirigió al cementerio donde se encontraba con la tumba de Dominguito y allí pasó un largo rato muy devastado. La muerte de su hijo adoptivo marcó dolorosamente el resto de su vida[cita requerida]. Años después escribió la biografía de su apreciado hijo: "Vida de Dominguito".

Carrera política
En 1851 ingresa como gacetillero en el ejército de Justo José de Urquiza. Luego de la caída de Rosas entra en conflicto con Urquiza y se ve obligado a volver a Chile. Durante este periodo entabla discusiones con Juan Bautista Alberdi acerca de la política del país.
En 1855 regresa a la Argentina, en Buenos Aires es concejal electo (1856)y luego es elegido senador tres veces (1857),(1860) y (1861), mientras tanto se desempeñaba como jefe del Departamento de Escuelas.
Luego de la batalla de Pavón, acompaña al general Wenceslao Paunero en la campaña a Cuyo, una vez allí es designado gobernador de San Juan (1862). En 1864, a causa de la muerte de su amigo Antonino Aberastain, inicia una persecución que finaliza con el asesinato del caudillo riojano Chacho Peñaloza, a raíz de ello el gobierno lo envía en misión diplomática durante tres años.

Presidencia
En agosto de 1868 se realizan elecciones nacionales y es elegido candidato por un grupo de políticos del país (entre ellos el coronel Lucio V. Mansilla) mientras se encontraba en los Estados Unidos. El 12 de octubre de 1868, asume como presidente, cargo desde el que promueve la educación y el desarrollo de las comunicaciones en el país.
Una de sus primeras decisiones fue realizar una Exposición de Artes y Productos Nacionales, en la ciudad de Córdoba. La gente tomó este proyecto como una locura, pero la realización terminó siendo un gran éxito. En ella se promovieron tejidos, curtiembres, fundiciones, tintorerías, y productos agropecuarios; todos de distintas regiones del país. Durante su visita a la exposición Sarmiento ostentó un traje de vicuña elaborado con telas nacionales y recibió además en premio una medalla por haber introducido el mimbre en el país.[2]
Alentó la inmigración, se encargó la reforma del puerto, y contribuyó al desarrollo de las telecomunicaciones. Además se realizó el primer censo demográfico.
Inició la formación profesional de maestros, creó escuelas normales anexas a los colegios nacionales de Corrientes y de Concepción del Uruguay en 1869 y de la Escuela Normal de Paraná en 1870. Fundó el Colegio Militar (1869), la Escuela Naval (1872), y escuelas de arboricultura y agronomía en San Juan, en Mendoza, y más tarde en Tucumán y Salta.
Creó escuelas primarias en varias provincias e importó de Europa gabinetes de ciencias y colecciones de historia natural.

Otras creaciones durante su mandato fueron:
La Academia de Ciencias, en Córdoba.
La Universidad Nacional de San Juan.
La Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas en la Universidad de Córdoba.
La Biblioteca Nacional de Maestros
El Observatorio Astronómico de Córdoba
Por su iniciativa se crearon en la región cuyana las cátedras de mineralogía en los Colegios nacionales de Catamarca y de San Juan, que se convertirían en 1876 en la Escuela de Ingenieros de San Juan.


Cargos posteriores
Al finalizar su mandato presidencial, transmite la presidencia a Nicolás Avellaneda, en 1874. En 1875, asume como senador nacional por su provincia, cargo que abandona en 1879 para asumir brevemente como Ministro de Interior de Nicolás Avellaneda. Luego ocupa el cargo de Superintendente de Escuelas durante el gobierno de Julio Argentino Roca, pero renuncia a causa de diferencias radicales con Avellaneda y el propio Roca. En 1885, funda en Buenos Aires, el diario "El censor".
En 1887 viaja al Paraguay junto a su hija.
Debido a su endeble salud, fallece en Asunción el 11 de septiembre de 1888 a los 77 años de edad. El 21 de septiembre, sus restos regresan a Buenos Aires, y son sepultados en el Cementerio de la Recoleta de esa ciudad.
Desde su posición, Sarmiento defendió la educación de la mujer a la par del hombre, y mantuvo una fuerte amistad con Juana Manso, a quien consideró la única persona en América Latina que había interpretado su plan de educación[cita requerida]. En una carta dirigida a ella, la saluda por el restablecimiento de los Anales de la Educación, y felicita al gobierno argentino por esta decisión, además de aseverar que la mujer, por su instinto maternal es el ser idóneo para encargarse de la educación infantil.

Sarmiento, gobernador de San Juan

Retrato de Sarmiento como gobernador de San Juan.Sarmiento arribó a San Juan como enviado nacional por parte del presidente Bartolomé Mitre y asumió el poder en el año 1862. Donde se encontró con la provincia empobrecida y dividida, por eso trató de ordenar las finanzas y de impulsar el modelo basado en la civilización y el progreso, logrando en tan solo dos años cambiar por completo la fisonomía de su provincia con numerosas obras públicas de todo tipo.

En materia educación y cultura creó una Legislación que establecía la educación pública, gratuita y obligatoria, inauguró nuevas escuelas primarias, colegio Preparatorio, la Quinta Normal (actualmente Escuela de Enología) y Escuela de Minas (actualmente Escuela Industrial), ambas ubicadas en la ciudad de San Juan y edita nuevamente el periódico El Zonda. En cuanto obras públicas, incorporo alumbrado y empedrado público, apertura y ensanchamiento de calles, forestación, confección del plano topográfico de la provincia de San Juan. Desde el punto de vista económico, fomento de la explotación minera (diputación de Minas, Compañía de Minas), leyes impositivas (patentes y sellos de justicia) y en lo social, proyecto de colonización y desarrollo agrícola con los inmigrantes.

Sin embargo, la lucha, y la muerte del caudillo Chacho Peñaloza y la oposición interna que debió afrontar impidieron el logro total de sus proyectos y ante la falta de apoyo de sus comprovincianos, renunció al gobierno en 1864.

Atentado
El 22 de agosto de 1873, sufrió un atentado mientras se dirigía hacía la casa de Vélez Sarsfield. Cuando transitaba por la actual esquina de Corrientes y Maipú, en la ciudad de Buenos Aires, una explosión sacudió al coche en el que viajaba. El sanjuanino no lo escuchó porque ya padecía una profunda sordera. Los autores fueron dos anarquistas italianos, los hermanos Francisco y Pedro Guerri, que confesaron haber sido contratados por hombres de López Jordán. El atentado falló porque a Francisco Guerri se le reventó el trabuco en la mano. Sarmiento salió ileso del atentado y se enteró más tarde porque se lo contaron.

La muerte
Durante los años de 1887–1888, con la salud deteriorada por la sordera y una insuficiencia cardiovascular y bronquial, se refugió en el clima cálido de Asunción. Era ahora un anciano y su salud estaba quebrantada. Le costaba respirar y los médicos le aconsejan alejarse de Buenos Aires para evitar los fríos. Además se agudizaba su hipertrofia cardíaca. A comienzos de 1888 se embarcó con su hija Faustina y sus nietos para Asunción, donde ya había estado el año anterior.
Pero el 11 de septiembre de 1888, Sarmiento fallece en Asunción, Paraguay. Sus restos fueron inhumados en Buenos Aires, 10 días después. Ante su tumba, Carlos Pellegrini sintetizó el juicio general: “Fue el cerebro más poderoso que haya producido la América".

Obra
Obra literaria

Facundo o civilización y barbarie en las pampas argentinas, (1845).Mi defensa, 1843.
Facundo o Civilización y Barbarie, 1845; Trata sobre el caudillo riojano Facundo Quiroga y las diferencias entre los federales y unitarios. Es una descripción de la vida social y política del país que tiene alcances sociológicos e históricos, pues ofrece en él una explicación sociológica del país fundada en el conflicto entre la «civilización» y la «barbarie», personificadas respectivamente en los medios urbano y rural.
Vida de Aldao, 1845.
Método gradual de enseñar a leer el castellano, 1845.
Viajes por África, Europa y América, 1849; Autobiográfica.
Argirópolis, 1850.
Recuerdos de provincia, 1850; Autobiografía.
Campaña del Ejército Grande, 1852.
Las ciento y una, 1853; serie de epístolas dirigidas a Juan Bautista Alberdi.
Comentario a la Constitución de la Confederación Argentina, 1853.
Memoria sobre educación común, 1856.
El Chacho, 1865; sobre el caudillo riojano Ángel Vicente Peñaloza.
Las escuelas, bases de la prosperidad, 1866.
Conflicto y armonías de las razas en América, 1884. En esta obra desarrolla una concepción semejante a la de Facundo, pero encarada desde el punto de vista étnico. Su primer tomo es de 1884 y el segundo, póstumo, que según su autor es «Facundo llegado a la vejez».
Vida de Dominguito, 1886; sobre su hijo adoptivo, muerto en la Guerra de la Triple Alianza.

Su aporte a las ciencias
Domingo F. Sarmiento.Sarmiento realizó una importante contribución al saber gracias a su aporte como promotor del progreso científico y su acción y prédica constante a favor de la enseñanza y creación de instituciones científicas y culturales.
La acción de Sarmiento en la difusión de las ciencias occidentales, en un país peíférico en el mundo de las ciencias como lo era la Argentina, fue la de consolidar un sistema científico independiente, enriqueciéndolo con los aportes de la más moderna ciencia europea.[3]
Cuando ocupaba el cargo de Ministro de Instrucción Pública de la Provincia de Buenos Aires, llegó al país el científico Germán Burmeister. Cuando éste era director del Museo de Buenos Aires, y en cumplimiento de una ley de 1869, Sarmiento le encomendó las gestiones para incorporar veinte profesores europeos para la enseñanza de ciencias exactas y naturales en la Universidad de Córdoba.
En la Argentina, las dos posturas que a nivel mundial se enfrentaban en el campo de las ciencias naturales estaban representadas por Florentino Ameghino, del lado del evolucionismo y por Burmeister, en el campo del creacionismo. Sarmiento, a pesar de que Burmeister era un científico consagrado en Europa, no dudó en apoyar las ideas de Ameghino, del cual decía en 1881: "Un paisano de Mercedes, Florentino Ameghino, que nadie conoce y es el único sabio argentino (...) que reconoce la Europa".[3]
Durante su gestión como representante argentino en Estados Unidos logró que el astrónomo Benjamin Apthorp Gould aceptase viajar a la Argentina para crear un observatorio astronómico. Cuando Gould llegó a la Argentina, Sarmiento ya era presidente y había creado el Observatorio Astronómico de Córdoba que adquiriría en aquel entonces relevancia internacional. También a Sarmiento y Gould se deben la iniciación de los estudios meteorológicos en Argentina al crearse en 1872 la Oficina Meteorológica Nacional que funcionó hasta 1884 en Córdoba y luego se trasladaría a Buenos Aires.
Exaltó siempre la figura del médico y paleontólogo aficionado Francisco Javier Muñiz y apoyó mucho a quién se convertiría en el primer científico argentiono de relevancia internacional: Florentino Ameghino.
Según una anécdota parece que el fútbol también le debe su impulso. En efecto, Alexander Hutton, padre fundador del fútbol argentino, y a la sazón, Rector del High School English, al solicitarle permiso a Sarmiento para enseñar el deporte de la pelota entre sus estudiantes (base del recordado Alumni), recibió esta respuesta: "Que aprendan, mi amigo, a las patadas pero que aprendan".



Un hombre polémico
La figura de Sarmiento continúa siendo polémica. Los numerosos escritos y artículos que escribió a lo largo de más de cincuenta años, cuya última recopilación (Universidad Nacional de la Matanza, Provincia de Buenos Aires, 2001, distribución a cargo del Fondo de Cultura Económica) insumió cincuenta y tres tomos y más de quince mil páginas, contienen algunos pasajes contradictorios y otros de notable violencia verbal.
A la par de su impulso al desarrollo del país, se señalan la crueldad de las tropas nacionales bajo sus órdenes en la represión de las rebeliones de los últimos caudillos (como el asesinato del General Ángel Vicente Peñaloza citado más arriba) y las levas forzosas de gauchos para luchar contra los indígenas.
Asimismo, se le critica su posición con respecto a la Patagonia, poniendo en duda la soberanía argentina sobre dicha región:
Sin embargo, en una carta del 15 de febrero de 1881, un mes después de la entrada de las tropas chilenas a Lima, aconsejaba a Don José Manuel Balmaceda:

"He debido esperar para contestarle, que el rumor de las batallas cese; que los actores cuenten todas las escenas del gran drama, para darle a Ud. mi opinión sobre la política que debe seguir Chile después de su grande victoria en el Pacífico: Negarse la entrada en el Atlántico y tener el coraje de no tener razón en Magallanes ni Patagonia, so pena de constituir un estado desde Tarapacá hasta Santa Cruz, con mil quinientas leguas de largo, sin ancho apreciable, tres repúblicas y dos mares a guardar".[6]
Su postura con referencia al aborigen:

"¿Lograremos exterminar los indios?. Por los salvajes de América siento una invencible repugnancia sin poderlo remediar. Esa canalla no son más que unos indios asquerosos a quienes mandaría colgar ahora si reapareciesen. Lautaro y Caupolicán son unos indios piojosos, porque así son todos. Incapaces de progreso, su exterminio es providencial y útil, sublime y grande. Se los debe exterminar sin ni siquiera perdonar al pequeño, que tiene ya el odio instintivo al hombre civilizado".[7]
Asimismo, su crítica descarnada hacia las provincias más atrasadas del interior del país:

"Son pobres satélites que esperan saber quien ha triunfado para aplaudir. La Rioja, Santiago del Estero y San Luis son piltrafas políticas, provincias que no tienen ni ciudad, ni hombres, ni cosa que valga. Son las entidades más pobres que existen en la tierra".[8]
Dirá de él su contemporáneo Juan Bautista Alberdi:

"Detesta la sangre cuando no es él quien la derrama; aborrece los golpes de estado cuando no los da él mismo. No se mata las ideas, dice él, cuando son las suyas; pero es un Troppman para las ideas de los otros. La libertad de prensa es un ídolo, a condición de que no se use para criticar sus libros, porque entonces degenera en crimen de lesa-patria"[cita requerida].
También se le atribuyen afirmaciones como:

"Las elecciones de 1857 fueron las más libres y más ordenadas que ha presentado la América"'.[9] "Para ganarlas, nuestra base de operaciones ha consistido en la audacia y el terror, que empleados hábilmente han dado este resultado (de las elecciones del 29 de marzo). Los gauchos que se resistieron a votar por nuestros candidatos fueron puestos en el cepo o enviados a las fronteras con los indios y quemados sus ranchos. Bandas de soldados armados recorrían las calles acuchillando y persiguiendo a los opositores. Tal fue el terror que sembramos entre toda esa gente, que el día 29 triunfamos sin oposición. El miedo es una enfermedad endémica de este pueblo. Esta es la palanca con que siempre se gobernará a los porteños, que son unos necios, fatuos y tontos".[10]

Crítica a Rosas:
"El primer acto administrativo de Rosas fue quitar a las escuelas de hombres y mujeres de Buenos Aires, las rentas con que las halló dotadas por el Estado; haciendo otro tanto con los profesores de la Universidad, no teniendo pudor de consignar en los mensajes el hecho de que aquellos ciudadanos beneméritos continuaban enseñando por patriotismo y sin remuneración alguna. Los estragos hechos en la República Argentina por aquel estúpido malvado, no se subsanarán en medio siglo; pues no sólo degolló o forzó a expatriarse a hombres de luces que contaba el país, sino que cerró las puertas de las casas de educación, porque tiene el olfato fino y sabe que las luces no son el apoyo más seguro de los tiranos"[11]
Hechos de racismo, durante la gran epidemia de fiebre amarilla en Buenos Aires y la Guerra del Paraguay, hechos a los que se le asigna el exterminio de los afroargentinos, escribió en 1848 en su diario de viaje a EEUU:
La esclavitud de los Estados Unidos es hoy una cuestión sin solucion posible; son cuatro millones de negros, y dentro de veinte años serán ocho. Rescatados, ¿quién paga los mil millones de pesos que valen? Libertos, ¿qué se hace con esta raza negra odiada por la raza blanca? Los estados libres son superiores en número y riqueza a los estados de esclavos... ¿Pero adónde irían cuatro millones de libertos? He aquí un nudo gordiano que la espada no puede cortar y que llena de sombras lúgubres el porvenir tan claro y radioso sin eso de la Unión Americana. Ni avanzar ni retroceder pueden; y mientras tanto la raza negra pulula, se desenvuelve, se civiliza y crece. ¡Una guerra de razas para dentro de un siglo, guerra de exterminio, o una nación negra atrasada y vil, al lado de otra blanca, la mas poderosa y culta de la tierra!


Himnos
Existen dos himnos en honor a Sarmiento. El primero fue creado por Segundino Navarro, con música de Francisco Colecchia, mientras que el segundo fue creado por Leopoldo Corretjer. El creado por Navarro es entonado en la provincia de San Juan, mientras que el de Corretjer es escuchado en el resto del país.[13]

Referencias
↑ Germán Berdiales, El Maestro de América, Ed. Acme, Buenos Aires, 1961, 169 págs.
↑ Sarmiento, constructor de la nueva Argentina, Ponce Anibal (1976), Buenos Aires, Solar/Hachette.
↑ a b Julio Orione (2008, 1ª edición). Historia crítica de la Ciencia Argentina (del proyecto de Sarmiento al reino del pensamiento mágico). Capital Intelectual (CI). ISBN 978-987-614-125-3.
↑ (El Progreso 11 al 28 de Nov. 1842 y La Crónica 11/3 y 4/8/1849).
↑ (1868; 30/5/1881 y El Nacional, 19/7/1878).
↑ Obras Completas de D.F. Sarmiento, Tomo XXV, 'Cuestiones Americanas, Límites con Chile' ps 260-261 Buenos Aires 1952
↑ (El Progreso, 27/9/1844; El Nacional, 25/11/1876).
↑ (El Nacional, 9/10/1857).
↑ (El Nacional, 13/10/1857).
↑ (Carta a D. Oro 17/6/1857).
↑ (Recuerdos de Provincia 1850).
↑ Domingo F. SARMIENTO (1886): Viajes por Europa, África i América: 1845-1847. Alicante: Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, 2001, en el capítulo «Incidentes de Viaje». El texto original de Sarmiento se encuentra corregido para respetar la ortografía moderna.
↑ Castro, Luis; Puga, Jorge. Diario de Cuyo (ed.): «Segundino Navarro: Música para los oídos del prócer» (en español). Consultado el 9 de abril de 2010.


Fuente:
http://www.impulsobaires.com.ar/nota.php?id=97693