Los Masones ¿Conspiradores o filántropos?
Pilar Fernández Rodríguez

Conocida como “Masonería”, ”Francmasonería”, “Fraternidad”, o “Logia”, los masones son, con toda seguridad, la sociedad secreta más influyente de la historia. Sin embargo, no está tan claro cual fue su origen y, mucho menos, la naturaleza de sus actividades. La Francmasonería toma su nombre de la etimología francesa: Franc: libre y mason albañil, es decir, “albañil libre”.
Con ello se alude a lo que ellos mismos consideran su verdadero origen: la comunidad de albañiles que, bajo la dirección del arquitecto Hiram de Tiro, construyó el Templo de Salomón de Jerusalén. Este personaje habría sido el primer mason e hijo de una mujer viuda, de ahí el apelativo que también reciben los miembros de la fraternidad: “Los Hijos de la Viuda”.
Sin embargo, hay quienes opinan que el origen de la masonería es incluso más antiguo y que se pierde en la noche de los tiempos. Christian Jacq, escritor mason muy conocido por sus novelas inspiradas en el antiguo Egipto, vincula a los miembros de la fraternidad con la construcción de las pirámides.

Thomas Paine enlaza a las logias masónicas con la religión celta que practicaban los druidas y Albert Pike, en uno de los textos clásicos de la masonería, asocia los ritos practicados los “Los Hijos de la Viuda” con los rituales ocultos de los antiguos griegos, desde los famosos Misterios de Eleusis a los ritos órficos, pasando por las religiones mistéricas.
Pero, si discrepancias existen sobre su origen, más aún acerca de las prácticas a las que se dedica. Hay dos leyendas, ambas exageradas y extremosas, en torno a la masonería: La Leyenda Rosada: que la describe como una sociedad discreta, que no secreta, formada por hombres de conducta digna (es muy escasa la presencia de mujeres en las logias) y entregada a la filantropía y el progreso espiritual. También está la Leyenda Negra: la ve como una peligrosa secta, poco menos que satánica y entregada a una lucha sin cuartel contra la religión y la iglesia católica. Pero, ¿qué hay de cierto en todo esto?
Los masones, por su parte, defienden que no pertenecen a una secta, sino que la logia es un pensamiento filosófico aunque tenga afinidad con algunos movimientos como La Teosofía o Los Rosacruces, que se pueden considerar pseudo-religiosos. Al mason se le exige no pertenecer a religión alguna, tener una mentalidad progresista y saber guardar secretos. Quienes la profesar hablan de una institución filantrópica y caritativa que tiene como finalidad buscar de la verdad y combatir la superstición.
Afirman defender la existencia de Dios, al que definen como “El Gran Arquitecto del Universo”, que ordena el mundo material, pero no creen que sea la Iglesia quién deba representarle en la Tierra. Otros de los principios masónicos son, siempre siguiendo su propio decálogo, la independencia de pensamiento y libertad de opinión, la defensa de la razón y de la ciencia, la enseñanza laica, el estado aconfesional y la creencia de que existe una moral natural en el ser humano, independiente de la que defienden las religiones particulares, que es común a todas ellas.
Los Símbolos Masónicos
La escuadra, el compás las manos enlazadas y el mandil, por una parte, y las 12 columnas y los tres puntos en forma de triángulo.
Vayamos por partes: El símbolo másonico por excelencia está formado por dos triángulos que se cruzan: el de abajo es una escuadra y el de arriba un compás: en el centro, y en línea recta dos manos enlazadas. Pues bien, El ángulo recto que describe La escuadra de abajo muestra cómo debe actuar el hombre, cuya vida debe ser honesta. El compás de arriba es un símbolo de círculo, ya que con él se trazan circunferencias perfectas. Es, por lo tanto, la perfección espiritual a la que todo miembro de la fraternidad debe aspirar. Las dos manos enlazadas son la unión de ideas y acciones que supone la pertenencia a esta sociedad.
El Mandil: Confeccionado con piel de cordero blanca, indica que todo hombre ha nacido para trabajar y debe esforzarse por descubrir la verdad y contribuir a hacer mejor a la humanidad.
Las 12 Columnas: Todo templo masónico debe contener 12 columnas, que se corresponden con las que se supone tenía El Templo de Salomón y porque simbolizan a la humanidad representada en los 12 signos de Zodiaco, pero también el tiempo cósmico y natural a través del movimiento de los astros y los planetas.
Por último, Los Tres Puntos: suponen la perfección absoluta, su forma es de triángulo, lo que nos llevaría una de las maneras de representar a Dios o el Orden superior del Universo. Tienen una doble interpretación: Libertad, igualdad y fraternidad, consigna de la revolución francesa que fue tomada de la masonería y las tres cualidades necesarias para ser un buen mason: amor, voluntad e inteligencia.
Un poco de historia: La Masonería en Europa
Especulaciones aparte, la verdadera historia de la Masonería, tal como la conocemos hoy, no aparece hasta el siglo XVIII y está muy vinculada a los movimientos del enciclopedismo y, posteriormente, el Racionalismo y el Liberalismo del siglo XIX. La fundación de la primera gran logia fue en la Inglaterra de 1717. El primer decálogo de los masones fue el libro “Las Constituciones de Anderson” que vieron la luz en 1727. Allí aparecen delimitados los principios de la masonería para los siglos siguientes.
El texto ya nos pone en antecedentes de que se trata de una sociedad cerrada y nos habla de la oposición que, desde un principio, obtuvo La Logia, primero por parte de las iglesias protestantes, y luego, de la Iglesia Católica.
A lo largo de los siglos XVIII y XIX la masonería se extendió muy rápidamente por Europa: nacieron logias en Francia, el Rusia, en Italia, en Holanda o en España. El carácter secreto de la masonería atrajo a todo tipo de personas con las ideas más radicalmente distintas: desde algunas realezas, como la de Inglaterra o los Países Nórdicos, hasta a los más revolucionarios, como en Francia, o a los partidarios de la caída de las monarquías y el anticlericalismo, como fue el caso de España. En otros países, como Italia, se acercaron a ella, con afán de notoriedad, personajes tan poco erios y cuya vida estaba tan alejada de sus preceptos, como el aventurero veneciano Casanova. En Austria, sobre 1790, sin embargo, existió una logia denominada “Beneficencia” a la que perteneció el compositor W. Amadeus Mozart, quien, en su “Flauta Mágica” incluye tantos elementos masónicos, que es considerada una ópera de propaganda de los albañiles libres.
La masonería inglesa y la francesa sufrieron una escisión en el siglo XIX y desde entonces, siguen ramas bien distintas. La primera de ellas es respetuosa con las monarquías y es considerada sólo una corriente más de pensamiento, mientras que la francesa derivó en un inconformismo inicial que contribuyó a sentar las bases de la Revolución, pero, después, se convirtió con Napoleón en una corriente filosófica muy asentada en el poder, siendo, a partir de entonces, el imperio francés el primer centro impulsor de esta filosofía en toda Europa. Que “Los Hijos de la Viuda” tuvieron mucho que ver con el estallido popular de la revolución francesa, sólo lo vemos al reparar en que el lema mason “Libertad, igualdad y fraternidad” se hizo universalmente famoso a partir de entonces, y también en el hecho constatado de que los principales protagonistas del proceso fueron masones: Mirabeau, Lafayette o Marat, por citar algunos ejemplos. En el
caso concreto de Napoleón: cuatro de sus hermanos, incluido José Bonaparte, rey de España, que fue Gran Maestre, así como un buen número de sus mariscales pertenecieron a esta sociedad. En “El Memorial de Santa Elena”, Napoleón reconocería que la Masonería le había sido de extraordinaria utilidad para el avance del dominio francés en Europa.
La Masonería en España y América
Algunos historiadores, como César Vidal, opinan que varios padres de la independencia hispanoamericana formaron parte de la fraternidad. Y es que España y sus colonias sufrirían muy directamente los efectos de la denominada “Logia Lautaro”, creada por los servicios secretos de Napoleón con el objetivo, según afirma este estudioso, de acabar con el imperio español en América. A la Logia Lautaro perteneció Simón Bolívar, artífice de la independencia de Venezuela. Bolíbar acabó, sin embargo, muy desencantado de la masonería, al comprobar que era muy difícil de controlar, por lo que acabó prohibiéndola.
También otros independentistas latinoamericanos con el general San Martín o Carlos María de Alvear flictearon con esta sociedad secreta. Vidal va más allá en sus afirmaciones y se aventura a decir que también en los procesos de independencia de Cuba o de Filipinas influyó la fraternidad, ya que personajes como el cubano José Martí o el filipino Rizal fueron también masones. Otros autores opinan, sin embargo, que la supuesta influencia masónica en los líderes independentistas hispanoamericanos, hay que interpretarla, no como una conspiración napoleónica, sino más bien en función de la aplicación de los principios de la revolución francesa al nuevo continente, y, como ya hemos visto, muchas de esas doctrinas liberales tiene que ver con los pilares básicos de la fraternidad.
En el caso de América del Norte, Los llamados Illuminati, una rama de la masonería, intentó controlar la revolución americana, pero no lo lograron porque fue, esencialmente, un movimiento puritano. Sin embargo, poco a poco, “Los Hijos de la Viuda” se fueron haciendo un sitio en los Estados Unidos de América donde tiene actualmente una gran influencia tanto en la vida pública como política. Y es que, hoy por hoy, las logias masónicas más influyentes no son las europeas, sino las de los EEUU, donde viven cuatro de los cinco millones de masones que existen en todo el mundo. Entre los miembros de las logias norteamericanas más conocidos destaca Franklin D. Roosevelt, pero otros 17 presidentes del país fueron también masones.
En el caso concreto de España la masonería moderna fue creada en 1727 con la Logia Matritense, nació en la capital de España y la instituyó el inglés Lord Wharton, si bien ya funcionaba otra desde el año anterior en Gibraltar. En 1739 se funda La Gran Logia General de España con sede en Andalucía, también por el británico Lord Raimond. Son, como vemos, de obediencia inglesa, muy conservadoras y formadas por una minoría ilustrada. A finales del siglo XVIII, el Conde de Aranda, desvincula la masonería española del oriente inglés y se pasa al rito escocés, que es el seguido por las logias francesas, más proclives a los cambios sociales. No en vano, el Gran Maestre Montijo, sucesor de Aranda, participó en el conocido como Motín de Arajuez. También se dice que los afrancesados, ilustrados liberales que participaron en la redacción de la primera Constitución Española, la de Cádiz de 1808, eran también hijos de la viuda.
Las Logias, prohibidas por Fernando VII, pasan a la clandestinidad y en 1816 se funda de nuevo Gran Oriente de Granada heredero del de Montijo, era una logia formada por románticos militares liberales que no cejan en conspirar a lo largo de todo el siglo XIX contra las monarquías absolutistas y protagonizan numerosos pronunciamientos. Los hombres que aceden al poder durante el llamado Trienio Constitucional (de 1820 a 1823) pertenecen a la masonería. Se crea la sociedad Los Comuneros, una logia española con su ideal revolucionario, burgués y liberal aplicado a nuestro país. Es el momento de mayor esplendor de la sociedad en España y de mayor influencia política. Podemos rastrear las huellas del pensamiento masónico en la constitución de 1869 y en todos los movimientos políticos del siglo XIX. Ya en el XX, los historiadores apuntan que la fraternidad tuvo un papel esencial en la proclamación de las dos repúblicas españolas. La Gran Logia Española aplaudió en su boletín oficial la instauración de la II República y se dice que, en el gobierno de 1931, seis ministros eran masones, además se recuerda la militancia en la sociedad del propio presidente del gobierno, Manuel Azaña, quien también presidió el Ateneo de Madrid, donde todavía se conservan pinturas con símbolos masonicos.
Sea como fuere, el gran odio que el general Franco le tuvo siempre a los masones, a los que equiparó a los judío y a los comunistas (los tres grandes males de este mundo, según rezaban las enciclopedias de la época) pudo deberse a que, en realidad, su familia estuvo muy vinculada a la fraternidad. De hecho, tanto su padre como su hermano Ramón Franco fueron Masones, dentro de la tradición del militarismo español que acabamos de ver.
Parece ser que Francisco Franco, siendo aún militar, solicitó por dos veces su entrada en La Logia y no fue admitido. Posteriormente, siendo ya El Generalísimo, escribiría, bajo seudónimo, un libro con el que contribuyó a propagar la leyenda negra sobre esta sociedad y a condenar la práctica de la masonería bajo pena de muerte. Lo que pocos saben es que Ramón Franco, su hermano mason, era muy distinto a él, hasta tal punto que fue aviador de ejército republicano y militante de Esquerra Republicana.
Las Logias Masónicas, aunque más debilitadas, han pervivido en España hasta nuestros días. La pregunta es ¿Qué influencia podrán tener en la sociedad actual?
Fuente:
http://www.extremaduraaldia.com/content/view/10270/13/