11 septiembre, 2008

“La masonería enseña a pensar”

De paso por Rosario, el Gran Maestre Ángel Jorge Clavero destacó la misión de la antigua orden fraternal.

“La masonería sólo aspira a enseñar a los hombres a pensar. Porque actuar y luchar es importante, pero, por sobre todo y mucho más en estas épocas, es más importante saber pensar. El hombre que es capaz de pensar, que adquirió la actitud de reflexionar, está emancipado de presiones políticas, filosóficas o religiosas y es capaz de formar su propio juicio de las cosas”. La frase es de Ángel Jorge Clavero, el Gran Maestre de la Gran Logia de la Argentina de Libres y Aceptados Masones, quien el jueves pasado disertó en Rosario invitado por la Fundación General José María Paz.

“La masonería trata de conducir a sus miembros por los esquivos senderos de las inquietudes y pensamientos humanos. Plantea la antítesis entre lo dogmático y lo agnóstico. Analiza el ser, la evolución, las grandes incógnitas de la metafísica y va escudriñando las profundidades de las concepciones morales, sociales y éticas que tanto perturban y apasionan al espíritu humano”, señala Clavero, quien nació hace 65 años en la ciudad bonaerense de Junín y está al frente de la masonería argentina desde julio pasado. El titular de los masones argentinos agrega que estas orientaciones conducen a la búsqueda de la verdad, transitando apoyados por la razón, la ciencia y la cultura, por senderos distintos a los de las afirmaciones teólogo-filosóficas.

En esa línea, Clavero, quien trabaja desde 1975 como despachante de aduana y agente en comercio exterior, remarca que “la masonería es, ante todo, una institución ecléctica que aspira al perfeccionamiento del hombre, conociéndose a sí mismo, practicando el amor, luchando contra la naturaleza animal en la que predomina la codicia, el egoísmo, la ambición y la egolatría; para que, una vez convencido de esas virtudes y vencidos esos vicios, pueda proyectarse a sus semejantes, tratando de construir una sociedad en la que reine la confraternidad y se permita convivir en paz”. Pero se apura por aclarar que, contra lo que se suele afirmar, la masonería (a la que define como escuela de moral y cátedra de libre pensamiento) “no es secreta, sino discreta”. Y agrega: “Yo puedo admitir que soy parte de la logia, pero no puedo revelar la pertenencia de otro hermano”.

“La masonería es una institución filosófica, filantrópica, educativa, laica, progresista y por sobre todo iniciática, condición esta última que le confiere una característica excepcional”, detalla el Gran Maestre, quien tiene un pasado como activo dirigente de la Unión Cívica Radical de la Capital Federal. En tal sentido, reseña que fue convencional metropolitano, candidato a concejal y presidente del comité de la seccional 9ª desde 1991 hasta 1997. Precisamente, cuenta que ingresó a la masonería en 1985, a los 41 años de edad, por medio de compañeros de militancia en el radicalismo, aunque aclara que hoy está alejado de los comités. Por eso y porque jamás violaría el secreto masónico, es inútil preguntarle a Clavero si, tal como se rumorea, el vicepresidente de la Nación, el mendocino Julio César Cleto Cobos, es masón. “La institución es pasado, presente y futuro”, se limita a responder cuando se le pregunta sobre la injerencia de los “hermanos” en la política.

Es que la masonería criolla toma como un hecho “natural” que en sus talleres se hayan forjado los principales próceres de la Nación. Así, José Francisco de San Martín, Manuel Belgrano, Mariano Moreno, Cornelio Saavedra, Juan José Paso, Juan José Castelli y Domingo Faustino Sarmiento (de cuyo fallecimiento se cumplen hoy 120 años), entre muchos otros, fueron masones y dedicaron sus vidas a trabajar por los ideales de la orden: Libertad, Igualdad y Fraternidad.

Además, los archivos de la masonería dan cuenta de que 14 presidentes argentinos pertenecieron a la fraternidad, entre ellos Bernardino Rivadavia, Vicente López y Planes, Justo José de Urquiza, Bartolomé Mitre e Hipólito Yrigoyen. Otros destacados hombres como Leandro Nicéforo Alem, Lisandro de la Torre, Roque Pérez, Nicasio Oroño, Ovidio Lagos, José Hernández, Pascual Rosas, Juan B. Justo y Alfredo Palacios también fueron masones. Con todo, Clavero aclara que no es la orden como tal la que participa en política sino sus miembros, y añade que actualmente hay en la Argentina entre 12.000 y 14.000 masones, de los cuales 4.000 a 5.000 están activos, es decir que son los que regularmente concurren a las logias.

Finalmente, Clavero niega que hoy la Iglesia Católica rechace a la orden. “En otras épocas las luchas entre la Iglesia y los sectores liberales eran cruentas. Pero ahora la masonería recibe en su seno a hombres de educación católica sin problemas. De hecho, la gran mayoría de los masones argentinos, incluido yo, provenimos de hogares católicos”, ejemplifica Clavero, quien está casado desde hace 36 años y tiene una hija.



Los orígenes del fútbol rosarino, una cuestión de “hermanos”

Una lejana mañana de 1869, mientras el sol despuntaba en Rosario, un joven aventurero de 16 años desembarcó del buque de carga que lo trajo desde su Inglaterra natal en un muelle del ferrocarril sobre calle Entre Ríos. Después, remontó esa calle y golpeó a la puerta de la casona de don Guillermo Wheelwright, el norteamericano que impulsó el ferrocarril en esta zona del país. El joven era Isaac Newell y traía una carta de recomendación de su padre masón para el “hermano” Wheelwright, quien le dio empleo como telegrafista del ferrocarril. Luego, Isaac Newell volvió a Inglaterra y desde allí trajo a Rosario la primera pelota de cuero y el primer reglamento oficial de fútbol aprobado por la Internacional Board en 1882. Y en el establecimiento educativo que fundó junto a su mujer, Anna Margarita Jockinsen, el Colegio Comercial Anglo Argentino, en Entre Ríos 139 (la ex casona de Wheelwright, donde hoy funciona la Escuela de Enseñanza Media Nº 431 y que ahora se pretende declarar como sitio histórico), se comenzó a practicar el fútbol en Rosario. El hijo de Isaac, Claudio Lorenzo Newell, siguió la tradición familiar francmasónica e incluso llegó a presidir la logia Unión 17, decana de los talleres rosarinos. También era masón el inglés mister Colin Bolin Calder, quien junto con otros funcionarios jerárquicos del Ferrocarril Central Argentino fundó, el 24 de diciembre de 1889, el Central Argentine Railway Athletic Club, que en 1903 fue rebautizado como Club Atlético Rosario Central.



Una cofradía de legendario pasado

La masonería es legendaria y son remotos los orígenes de sus órdenes y sus ritos. Las logias actuales (especulativas) emulan a los gremios medievales de la construcción (logias operativas) cuyos maestros y operarios, ocupados en levantar catedrales prodigiosas, concentraban el saber teórico y práctico de la arquitectura. El término masón deriva del francés maçon, albañil; los miembros de la orden visten el mandil, delantal del oficio, y trabajan en la ejecución del plan de Dios, a quien denominan el Gran Arquitecto del Universo. La gran catedral que construyen es la Humanidad; su faena cotidiana es el perfeccionamiento de sí mismos y el progreso de los demás.

Entre sus símbolos se destacan el compás y la escuadra, que imponen la equidistancia entre los hombres y la rectitud en el pensamiento y en la acción.

Los masones llaman “tenidas” a las reuniones reservadas que los juntan según sus antiguos ritos y ceremonias. En ellas se congregaron destacadas figuras de la humanidad. Filósofos como Goethe y Voltaire; colosos de la música como Ludwig van Beethoven y Wolfgang Amadeus Mozart; líderes como Napoleón, Garibaldi, José Martí, Augusto Sandino, Franklin Delano Roosevelt y Salvador Allende; escritores como Jonathan Swift, Mark Twain y Arthur Conan Doyle, poetas como Oscar Wilde y Rubén Darío; astronautas como Neil Armstrong y John Glenn; pacifistas como el Mahatma Gandhi y Martin Luther King; y artistas como Douglas Fairbanks, Charles Chaplin, Harry Houdini, Groucho Marx, Glenn Miller, Louis Armstrong y Walt Disney forjaron sus personalidades en las logias.


Fuente:
http://www.elciudadano.net/NOTAS/nota.php?nombre=EDIM-11-09-2008-023