11 febrero, 2006

MÚSICA Y MASONERÍA


La música es el arte de producir y combinar sonidos acordes de todos los elementos de creación sonora: instrumentos, ritmos, sonoridades, timbres, tonos, organizaciones seriales, melodías, armonías, etc., En su sentido más primigenio, es el arte de producir y de combinar los sonidos de una manera tan agradable al oído, que sus modulaciones conmueven el alma.

En todas las civilizaciones, la música cobra un papel importante en los actos más relevantes, social o personalmente, donde ejerce un papel mediador entre lo diferenciado (material) y lo indiferenciado (la voluntad pura), o entre lo intelectual y lo espiritual. Por ello cobra especial importancia en las ceremonias rituales, además de por su capacidad de promover las emociones. La música representa el equilibrio y orden; es un lenguaje universal.

En la Masonería, la música representa una de las siete artes liberales, simbolizando la armonía del mundo y especialmente la que debe existir entre los masones. A través de la belleza de los sonidos y de la armonía de los ritmos se llega a la sabiduría del silencio. La música es el arte de organizar los sonidos. Todo arte consiste en organizar un material de acuerdo con las «Leyes» y un propósito. La música es, en ella misma y por esencia, una masonería, una construcción de carácter iniciático. Los elementos que la componen no son los sonidos, piedras brutas, sino las notas, piedras talladas. Los tres parámetros que precisa la talla de la piedra, la precisa el sonido:

La Fuerza, que reside en la densidad.
La Sabiduría, en su «tempo» o longitud.
La Belleza, en su altura o frecuencia.

Las piedras justas y perfectas del edificio musical deben ser ensambladas: la música es una construcción, una arquitectura, un «arte real» que nos revela las leyes universales de la «Gran Obra» que podemos organizar en tres etapas.

El Silencio, vacío necesario antes de la manifestación, es el estado de aprendizaje. El Sonido, la manifestación, la toma de conciencia, el despertar del compañero. La Melodía, la organización del sonido por el maestro.

Se puede encontrar otra analogía en tres etapas, entre el método de formación del músico y del masón:
El Aprendiz: Estudia la música en sí mismo (canta). Aprende a descodificar unos símbolos o signos (solfeo) y escoge su/s instrumento/s. Para ello precisa de un maestro o instructor.
El Compañero: Alcanza la soltura en la interpretación de los signos y en la utilización de su/s instrumento/s. Colabora con otros compañeros en el canto y en la interpretación (polifonía, conjuntos instrumentales). Estudia la historia, los estilos y a los grandes maestros. En esta etapa el compañero entra en un proceso de auto-formación.
El Maestro: Su tarea es alcanzar una interpretación personal, una vivencia que haga posible la transmisión de la obra. El maestro trabaja en soledad, pero precisa de un aprendiz, del cual aprende todo lo necesario para alcanzar la auténtica maestría. Con esta relación se cierra el ciclo.

La música en la Logia esta representada por la Columna de Armonía que es el conjunto instrumental o reproductor musical destinado a la ejecución de la música masónica en el curso de las ceremonias rituales.
En las logias, hasta que en el siglo XVIII empezaron a introducirse instrumentos de cuerda, trompetas y tambores, sólo se empleaban voces. La designación de «Columna de Armonía» aparece a finales del reinado de Luis XV para referirse al conjunto de instrumentos que sonaban en las ceremonias, que contaba con un máximo de siete instrumentistas: 2 clarinetes, 2 cuernos, 2 fagots y 1 tambor. Luego, la competencia entre las logias por contar con los más virtuosos instrumentistas originó que se admitiesen en las mismas músicos, que exentos de cotización alguna prestaban estos servicios (aunque sólo podían aspirar al grado de Maestro), y componían obras para las diferentes ceremonias masónicas (tenidas, banquetes, fúnebres, iniciaciones, etc.); estos hermanos artistas tenían el mismo derecho al voto que el resto de los hermanos y en las grandes ceremonias, celebraciones y banquetes estaban obligados a contribuir con su arte.

La Columna de Armonía tiene como misión aportar un complemento al ritual, por lo tanto es una música funcional, cuyo valor no depende en primer lugar de su valor intrínseco, sino de su adecuación al destino que se le asigna.

Quizá la más alta representación de la música masónica corresponda a W. A. Mozart, quien fue iniciado como aprendiz masón el 14 de diciembre de 1784 en la logia La Esperanza Coronada y con este motivo se interpretó en la logia su cantata «A ti alma del Universo, OH Sol» (K. 429) en la que el aria del tenor es un himno al sol y a la luz; cantata doblemente adaptada a la celebración de la gran fiesta masónica de San Juan del verano (más conocida como del solsticio de verano) y punto culminante del año masónico; y que encaja igualmente en la ceremonia de iniciación del primer grado masónico, cuando el aprendiz, después de haber sufrido las pruebas simbólicas, recibe la luz.

Agradecido y apasionado por su Logia, compuso para ella los más notables cantos, en los que no se limitó a expresar de una manera sencilla y bella el sentido de las palabras, sino que dio a las notas todo el calor de su fantasía, todas las nobles y levantadas aspiraciones de un alma conmovida por lo bueno y lo bello y ardiendo de amor por la humanidad. Con motivo de la ceremonia del paso de su padre al grado de compañero, puso música a un poema de Joseph Von Ratschky, «El viaje del compañero» (K 468) para canto y acompañamiento de piano.

Unos meses antes de acceder al tercer grado de la masonería, asistió el 11 de febrero de 1785, en la logia vienesa «La verdadera concordia», a la iniciación masónica de su amigo Joseph Haydn en el grado de aprendiz, y a quien Mozart, con este motivo, dedicó los «Seis cuartetos de cuerda».

Poco antes de la doble investidura que Mozart y su padre recibieron el 2 de abril de 1785 como maestros masones en la logia vienesa «La esperanza coronada», compuso para esta logia dos de sus más importantes composiciones masónicas: «La alegría masónica, (K 471) y la «Música fúnebre masónica» (K 477).

En 1786, con motivo de una reorganización de las logias vienesas ordenada por el emperador José II, Mozart compuso para su logia «La nueva esperanza coronada» dos cantatas masónicas: «Para la apertura de la logia» (K 483) y «Para la clausura de la logia» (K 484).

Nos encontramos todavía con tres obras de Mozart ligadas a la masonería, y en las que descubrimos a Mozart comprometido con la libertad y con los ideales de la Revolución Francesa, especialmente en «Vosotros los que honráis al Creador del Universo infinito» (K 619), que es un mensaje dirigido a la juventud alemana en el momento en que componía la ópera de la fraternidad universal. Las otras dos composiciones estrictamente masónicas a las que Mozart puso música fueron una pequeña cantata masónica, «Elogio de la amistad» (K 623), fechada en Viena el 15 de noviembre de 1789), y «Enlacemos nuestras manos» (K 623a) y que se canta constituyendo la cadena de unión.

Su obra póstuma, su canto de cisne, fue la que tituló «Pequeña Cantata Masónica», cuya audición dio en una tenida de su logia, dirigiendo él mismo la audición, dos días antes de sentirse atacado por la enfermedad misteriosa que le condujo al sepulcro.

Resulta emocionante ver a Mozart en el umbral de la muerte, olvidándose de sí y de su angustia física, cantando la fraternidad unida en el trabajo, y la presencia de la luz en el ímpetu y en el calor de la esperanza. Tres semanas más tarde, fallecía.


Una relación de músicos o músicas inspiradas por los ideales masónicos sería inacabable, pero quizás los más representativos sean: J. Haydn, I. S. Bach, L. W. Beethoven y F. Liszt


Antonio Diez


Fuente: Revista Hermética

REVISTA DE ESTUDIOS TRADICIONALES DE OCCIDENTE Y ORIENTE
Nº 5
12 de Abril de 2004

10 febrero, 2006

Elecciones generales de la masonería cubana

Elecciones generales de la masonería cubana

Por Pedro Nasco Álvarez

Bitácora Cubana, 9 de febrero de 2006, La Habana (UPECI)

El salón "Benito Juárez" del Gran Templo Nacional Masónico de esta capital, será sede el próximo 25 de marzo de la sesión anual de la Alta Cámara de ese cuerpo Masónico y en la que se procederá a la elección de los funcionarios que regirán esa institución fraternal entre los años 2006 y 2008, ambos inclusive.

Hasta este momento, se conoce de la existencia de dos candidaturas: La primera presenta como candidato a Gran Maestro al señor Osmundo Cabrera Pérez, miembro de la Logia “Redención de Jaruco”, provincia Habana, que actualmente se desempeña como Gran Tesorero de la Gran Logia de Cuba de Antiguos Libres y Aceptados Masones; la segunda está encabezada por Basilio A. Barreto Martínez, miembro de la Logia "Guillermo Francisco Acosta" de esta capital, quien fuera Gran Maestro hasta el año 1999. Entre la población masónica capitalina se manifiesta un ligero favoritismo a favor de la elección de Osmundo Cabrera.

Al cónclave de los masones cubanos concurren con derecho al voto: Los ex-Grandes Maestros, los Grandes Funcionarios vigentes y un Representante por cada una de las 316 Logias existentes en la jurisdicción.

Los masones cubanos cuentan con una Ley Electoral, que establece el voto directo y secreto, así como la transparencia del escrutinio.



Fuente: http://www.bitacoracubana.com/
desdecuba/portada2.php?id=1312

06 febrero, 2006

ROTARY INTERNATIONAL CLUB

PEDRO HUESO UNA CHARLA CON EL ROTARY INTERNATIONAL CLUB
«Los rotarios no somos ni un grupo de presión ni una ONG sino una fuerza cívica»
La célula donostiarra del Rotary International Club está formada por 16 ciudadanos conscientes de sus deberes con la sociedad. Se juntan martes y jueves. En la noche
BEGOÑA DEL TESO/

La charla tuvo lugar en el salón Wellington del Hotel de Londres y de Inglaterra. La compañía, exquisita: Pedro Hueso, presidente del Rotary International Club de San Sebastián, y otro caballero rotario, liberal, republicano, oftalmólogo, ciudadano por convicción y mil proezas más: José Luis Munoa.


- Desde la fascinación y admiración por ambas sociedades, ¿qué tienen en común los rotarios y los masones?

- Desde la fraternidad: nada.

- ¿Seguro? Sociedades de presencia subterránea, gran valor y poder, perseguidas por...

- De acuerdo. Tenemos en común que Franco no permitió nuestras actividades. A los masones les persiguió y a los rotarios les juró que mientras él viviera no habría Rotary Club en este país. Y luego está lo de aquel obispo gallego.

- ¿ Qué pasó con el señor obispo? ¿Les excomulgó?

- Al contrario. Al establecerse los rotarios por primera vez en España, en los años 20, (El Rotary Club fue fundado en 1905 en Estados Unidos), aquel obispo sentenció que nosotros y los masones éramos de las pocas sociedades, acaso las únicas, basadas en la moral natural, la que hace que todo ser humano sepa dónde está el Bien y dónde el Mal.

- Bravo por el señor obispo. Sin embargo, otras muchas gentes piensan que ustedes los rotarios son todo un grupo de presión.

- ¿Un lobby de esos que tanta fuerza tienen en, por ejemplo, la política internacional de Estados Unidos? No, no lo somos.

- Les creo, pero una organización con más de 36.000 clubes repartidos por el planeta y casi 1.300.000 miembros ha de tener una fuerza increíble.

- La tenemos, por supuesto. Nos estamos expandiendo por toda Asia, por Europa del Este, por África. Hemos conseguido parar guerras inciviles para vacunar a pueblos que se morían, hemos participado a muerte en la erradicación de la polio, presentado una lucha sin cuartel para paliar la devastación provocada por el tsunami de Indonesia...

- Así contado, el Rotary no parece un lobby. Se diría una ONG.

- Tampoco. Lo que en realidad somos es una fuerza cívica, un poder civil.

- Eso suena revolucionario, libertario casi. Sin embargo, ustedes se reúnen en elegantísimos salones de los grandes hoteles del mundo.

- Cierto. La élite. El Rotary busca a los individuos más válidos de cada sociedad para crear con ellos una trama perfecta.

- Eso implica, digamos, cierta exclusividad y números 'clausus'.

- Te lo acepto. No queremos multitudes, masas. Buscamos gente de gran presencia social. Lo dicho, para crear un tramaje que, al estar perfectamente relacionado en todas sus capas, pueda hacer frente a cualquier urgencia planetaria. O próxima. Necesitamos médicos, abogados, músicos, empresarios, exportadores, hombres y mujeres de negocios, pintores, marinos. Personas de un talante especial. Ciudadanos con conciencia de ciudadanos.

- Desarrollemos esa idea de ciudadanos con conciencia de tales.

- En el San Sebastián de otros tiempos no hubiéramos tenido que explicar esa idea. No en aquella Donostia liberal y afrancesada. En la de 1927, cuando los donostiarras más preclaros, incluido quien luego sería el director del ABC republicano, fundaron la célula nuestra del Rotary. Ahora, las conciencias y la concienciación se van apagando, recelan. Sin embargo, los rotarios son precisamente eso: ciudadanos que no ignoran que, por serlo, tienen no sólo derechos sino, ante todo, deberes y responsabilidades.

- ¿Un rotario es un rotario allá donde esté, allá donde vaya?

- Ante todo y sobre todo. En muchos, en muchísimos lugares, verás a la entrada de la ciudad, del pueblo, de la villa, una rueda rotaria, nuestro símbolo, proclamando que ahí estamos y anunciando los días de reunión. Un rotario no se pierde en el mundo. Puede atravesarlo de club en club. De ahí la idea del entramado, de la red subterránea.

- Curioso: el Rotary avanza imparable por países que despiertan.

- Curioso no, lógico. El Rotary se extiende por países y continentes donde hay mucho por hacer. Donde hay que actuar.


Fuente:
http://www.diariovasco.com/pg060205/
prensa/noticias/San_Sebastian/
200602/05/DVA-SSB-169.html

05 febrero, 2006

La llegada del tren a Lemos llenó el Cabe de masones

Monforte conforma uno de los casos conocidos de masonería rural más importante de la historia. El profesor Alberto Valín Fernández, en su trabajo Galicia y la masonería en el siglo XIX, así lo afirma. Pone de relieve que el ferrocarril fue una de las claves que dio lugar a la instalación en la ciudad del Cabe de un importante foco masónico.
El denominado vehículo del liberalismo, la masonería, llega a Galicia con y en el tren, y echa sus raíces en el nudo ferroviario que era el Monforte de fines del siglo XIX.


En 1885 la capital de Lemos cuenta con 11.000 habitantes. Dos años antes, Alfonso XII había inaugurado, con parada oficial y banquete en la ciudad del Cabe, la línea férrea Madrid-A Coruña. El tren trajo a Monforte un importante desarrollo económico y social en todos los ámbitos. Obreros ferroviarios procedentes de todas las regiones de España se instalaron aquí, junto con las nuevas ideas liberales. El asentamiento de la masonería en Lemos sería una consecuencia de ese pujante amalgama social y de corrientes de pensamiento que se produjo en la ciudad en el tránsito del siglo XIX al XX.


La vida de la primera logia formada en Monforte comienza en mayo de 1888, con la celebración de la tenida (reunión) de instalación del taller o logia por parte de tres masones de la logia Moreto de Lugo, desplazados a la capital de Lemos, debidamente autorizados para ello por el Capítulo Augustiniano 74 y el propio Grande Oriente Nacional de España. Los tres miembros de la Moreto Ángel Vázquez, Antonio Janmandreu y Ricardo Castro inician en la primera reunión a cinco profanos, quedando de esta manera formada con todos ellos la sociedad masónica que, un mes más tarde, sería bautizada como Pílades 242.


El cuadro inicial de ocho miembros, los tres lugueses y los cinco neófitos monfortinos, se verá incrementado con seis más a primeros de enero de 1889, llegando este taller a poseer, corriendo ya 1891, último año de su existencia, un total de 17 asociados. Esta primera logia monfortina tuvo una composición sociológica muy homogénea. De los 17 francmasones que la integraron, 12 eran ferroviarios de la compañía de los Caminos de Hierro del Norte de España cantera de la masonería en Lemos. De entre todos los componentes de la Pílades destaca políticamente Rafael Pérez Peláez, que fue vocal del Comité Republicano de Monforte en 1886.


La desaparición de la Pílades va a estar ligada a la crisis y desavenencias internas que habían sufrido la logia Moreto y su Capítulo Lucense Augustiniano, terminado el año 1890.


Miembros de la Pílades y de otras logias lucenses, defensores de la idea de integrarse en la orientalista Gran Logia Simbólica Española, fundan la segunda logia de la historia monfortina: la Valle Hermoso 77, con trece integrantes, una mujer entre ellos, Juana Díaz Ferrer.


En la historia de la masonería monfortina figura como sucesora de la Valle Hermoso, La Unión 98, que funcionó de 1892 a 1896 y que estuvo integrada por una treintena de miembros, entre ellos Juana Díaz.


La Gran Logia Provincial 19, que permaneció activa entre los años 1892 y 1894, fue su heredera. La Patria y Libertad 10, que tuvo un año de vida, de 1894 a 1895, fue el último taller masón activo en Monforte.


Antonio Díaz Prado, con seudónimo Andorra, fue un activo impulsor de la masonería en la capital de Lemos. De hecho, salvo en la Pílades, que no figura como integrante en las demás logias monfortinas, ocupó en todas el cargo de Venerable Maestro. El republicano Rafael Pérez Pélaez también formó parte, excepto del último, de todos los talleres masónicos creados en la ciudad del Cabe.


La primera logia mixta de la historia


La Valle Hermoso se constituyó en abril de 1891. Tiene la singularidad de que el cargo de Segundo Vigilante fue ocupado, interinamente, por una mujer, Juana Díaz Ferrer, de nombre simbólico Mariana. Esta francmasona ostentará también la dignidad oficial de Limosnero.


Es el primer caso en la historia de la masonería, al menos en la gallega, en el que una mujer es considerada igual que el resto de hermanos de logia, en contra de las normas fijadas en la constitución masónica de 1723, que vetaban el acceso de las mujeres a la secreta orden. Esta prohibición todavía sigue vigente en la mayoritaria masonería regular.


Fue en Francia, en 1896, donde se constituyó, teóricamente, la primera logia masónica mixta de la historia con el nombre de Droit Humain. Las monfortinas Valle Hermoso (1891) y Unión (1892) ya habían sido talleres mixtos de órbita orientalista.

Ángel Arnáiz
Monforte


Fuente:
http://www.elcorreogallego.es/index.php
option=com_content&task=view&id
=45130&Itemid=9