12 febrero, 2010

Homenaje masónico a tres presidentes de la Primera República

RAFAEL FRAGUAS - Madrid - 12/02/2010
El cementerio civil de Madrid fue escenario ayer de un homenaje cívico y masónico a Estanislao Figueras, Nicolás Salmerón y Francisco Pi i Margall, tres de los presidentes de la Primera República Española (1873-1874) allí enterrados, en el 127º aniversario de la proclamación republicana. Los tres Jefes de Estado reposan en sendos panteones pétreos de estilo decimonónico, ornamentados con profusión de simbología masónica. Su memoria se ha visto dañada por el olvido, la desidia histórica y la inquina de sus enemigos ideológicos, señaladamente el franquismo.

Estas sepulturas, situadas en el flanco septentrional del cementerio del Este, sobrevivieron indemnes a la dictadura de manera considerada por muchos como soprendente, habida cuenta del hostigamiento implacable a la que el dictador sometió a la Masonería. Sus miembros fueron perseguidos, muchos de ellos murieron o se exiliaron, mientras sus símbolos eran destruidos con saña y sus bienes, expropiados, hasta hoy sin compensación.

La sepultura de Nicolás Salmerón (1838-1908), dos columnas incisas sobre una gran pirámide, recoge una frase del primer ministro francés Georges Clemenceau (1841-1929), en la cual se recuerda que el político español renunció a la jefatura del Estado por negarse a ejecutar sentencias de muerte.

El acto de ayer fue convocado por Ágora, una asociación para el diálogo integrada en el Ateneo de Madrid de la cual forman partes asociaciones masónicas ayer presentes en el cementerio. A los reunidos les dirigieron la palabra el escritor Ignacio Merino, de la Asociación Ágora, Carmen Serrano, del Consejo de la Gran Logia Simbólica de España y la Consejera de la Asociación del Derecho Humano cuyo nombre simbólico es Mararía.

Antes de tomar la plabra habían depositado sendas ofrendas florales, tres triángulos equiláteros hechos con claveles rojos, rosas y blancos, de 33 centímetros de lado correspondientes a las gradaciones masónicas.

Algunos de los asistentes portaban el tradicional mandil masónico blanco empleado durante los trabajos en las logias, bandas de grado que cruzaban su pecho y otros, guantes blancos tachonados de emblemas de la masonería como soles y compases.

En su alocución, el escritor Ignacio Merino resaltó que los tres jefes de Estado homenajeados protagonizaron en el último tercio del siglo XIX un cambio histórico en clave democrática y progresista, en condiciones muy adversas, en referencia a las guerras carlistas, al cantonalismo y a los resabios absolutistas. Y subrayó luego que, a pesar de todo ello, su gesta -que parangonó con la culminada con la Transición democrática a partir de 1976- inauguró el arranque del proceso de emancipación de la mujer, el sufragio universal y la abolición de la esclavitud, entre otros cambios históricos. "La Primera República no fue una utopía, sino un primer y serio intento de hacer bien las cosas".

Por su parte, la Consejera de Derechos Humanos resaltó la defensa de los valores de igualdad, libertad y solidaridad que la masonería liberal preconiza. Carmen Serrano, por su parte, en nombre de la Gran Logia Simbólica de España, evocó el intento de la masonería, que los homenajeados asumieron en su día, por aplicar su ideario emancipador ateniéndose a la tríada de "fuerza, belleza y sabiduría".

Al concluir el acto, invitaron a los masones y profanos asistentes a formar una cadena fraterna, consistente en el entrecruzamiento de los brazos por delante del pecho y su entrelazamiento con la persona contigua al modo en que se hace asismismo en las Trade Union británicas.

Fuente:
http://www.elpais.com/articulo/madrid/Homenaje/masonico/presidentes/Primera/Republica/elpepuespmad/20100212elpmad_8/Tes

11 febrero, 2010

París abre las puertas del secreto mundo de la masonería

Casi trescientos años después de que el pastor James Anderson redactase el Libro de las Constituciones -en lo que se considera el inicio de la masonería moderna-, el Museo de la Francmasonería ambiciona ocupar "una posición preponderante en el centro del la cultura masónica en los años futuros".
Así lo afirma Pierre Lambicchi, Gran Maestro del Gran Oriente de Francia, institución creada en 1773 y cuyo máximo grado lo ocupó, entre otros célebres personajes de la Historia, José Bonaparte (Rey de España entre 1808 y 1813), como muestra la línea del tiempo masónica que puede contemplarse en el recién inaugurado museo.
Y es que la profesión masónica no ha dejado nunca de ocupar un notable lugar en la historia de Francia, desde los días en los que se gestaba la Revolución Francesa (1789) hasta la actualidad, donde Xavier Bertrand, el secretario general del partido político del presidente de Francia, Nicolas Sarkozy, forma parte de esta comunidad que debe su nombre a la palabra francesa "albañil".
Recuerda Lambicchi que los valores masones están estrechamente vinculados a los que inspiraron a los revolucionarios del siglo XVII como el pensador Voltaire -ilustre miembro de la sociedad masónica- y al lema nacional francés, que aspira a la libertad, igualdad y fraternidad de todos los ciudadanos republicanos.
Desde entonces hasta nuestros días, los masones no han dejado de influir en el devenir de la sociedad francesa.
Tanto es así que Francia ha visto recientemente cómo algunos de sus maestros participaban en la redacción de la ley que permite las uniones civiles del mismo sexo (PAC) o el estudio de la legislación sobre bioética, señalan las explicaciones del museo.
Las masonería francesa, prohibida durante el Gobierno colaboracionista de Vichy de la Segunda Guerra Mundial pero tolerada en la Francia liberada, atrajo también a pensadores de otros países, como al pintor cubista español Juan Gris, que fue iniciado por la logia de París en 1923.
Pero es el carácter secreto de las logias masónicas, terreno fértil para teorías conspirativas, y los rituales en los que participan sus miembros, lo que más llama la atención de los no iniciados.
Por ello, el visitante comienza su recorrido por el museo descubriendo una serie de dibujos y obras de arte que hacen referencia a dichos rituales, para adentrarse después en un universo de simbología masónica, que abarca pinturas, esculturas, vajillas de porcelana, sables delantales, libros y una infinidad de artes decorativas que alcanzan los 10.000 objetos.
Destacan entre ellos los delantales -uno de los símbolos masónicos más extendidos- de Voltaire o de Jêrome Bonaparte, Rey de Westfalia y hermano de Napoleón I, la espada de "venerable" que perteneció a Lafayette, o una edición original de las Constituciones de Anderson.
Ninguna referencia, no obstante, al libro "El símbolo perdido" del exitoso Dan Brown, quien ha conseguido vender millones de ejemplares de su novela basada en una conspiración francomasónica.
Pero el museo no pretende exclusivamente convertirse en un espacio que atestigüe la influencia de la masonería en la sociedad gala, sino participar además en el futuro de dicha comunidad, que se dice liberal y anti-dogmática.
Por ello, la mitad de su espacio se dedicará a exposiciones temporales, así como a celebrar coloquios y reuniones en las que quizá puedan participar aquellos que sienten cierta fascinación por el misterioso universo de la masonería.
EFE jaf/pdp